La reconfiguración del tablero: el Acuerdo de Defensa Mutua Saudí-Pakistní, la “OTAN del Medio Oriente” y sus implicaciones

El recientemente firmado Acuerdo de Defensa Mutua entre Arabia Saudita y Pakistán ha sido un auténtico terremoto geopolítico. Sus implicaciones trascienden más allá de las fronteras de la región y se extienden desde la India hasta Europa.

por Edgar Mandujano

Por Hugo Alonso Contreras Velasco, B.A.*

“Un mundo sin conflictos sería un mundo donde la vida habría dejado de existir”, escribía el padre de la geopolítica contemporánea, Nicholas J. Spykman, en su obra cumbre “Estados Unidos frente al Mundo” (aún antes del inicio de la Guerra Fría). El escenario actual del Medio Oriente parece apuntar hacia esa dirección.

Tras el reciente ataque israelí a Doha, Catar, y el subsecuente clamor de Egipto por la creación de una “OTAN del Medio Oriente” para repeler futuras agresiones similares, Riad e Islamabad han sorprendido al mundo con la firma de un Acuerdo de Defensa Mutua el pasado miércoles. “Esta no es una respuesta a situaciones o países específicos, sino la institucionalización de la larga cooperación entre nuestros países”, mencionó un alto funcionario saudí a la agencia Reuters. No obstante, el momento y el lugar en que se anuncia este mecanismo parece apuntar hacia otra dirección.

El pacto, según se menciona en comunicados y declaraciones oficiales de ambas partes, implicaría la actuación conjunta de ambos estados en el caso de un ataque a una sola de las partes. La consecuencia primaria es clave: Riad tiene ahora a un aliado directo en posesión de armas nucleares. Esta es una primera vez histórica. Cuando Islamabad detonó su primera bomba atómica (oficialmente) en 1998, fue el foco de numerosas sanciones internacionales. Hoy ese eje cambia: Pakistán cuenta con un aliado rico y prestigioso, además que -según internacionalistas de la talla Samuel P. Huntington- un hegemón regional en ciernes. En contraposición, Riad ofrece no solo sus altamente preparadas fuerzas armadas, sino también un paquete de ayuda financiera de aprox. 3,4 mil millones de dólares.

Frente a un Israel cada vez más agresivo (y que ya en declaraciones oficiales ha reconocido su aislamiento regional), la estrategia saudí de distensiones ya no parece ser adecuada. Frente a la Guerra de Misiles de 12 Días entre Tel Aviv y Teherán, así como al reciente bombardeo de Doha, muchos países árabes han empezado a descartar de tajo cualquier normalización de relaciones de Israel (misma que ya estaba congelada frente a las dimensiones del desastre humanitario en Gaza).

Egipto (que desde los acuerdos de Camp David ha sido el país con relaciones más estables con Tel Aviv) ha designado al estado judío como una “amenaza inminente” y ha señalado la necesidad de una “OTAN del Medio Oriente” bajo un “Ejército Árabe Unificado”. Este mismo reclamo ha sido levantado por Irán, que en la cumbre de emergencia de la Organización de la Cooperación Islámica (OIC) aseveró que sin una “OTAN islámica disuasiva” todos los países de la región estarían amenazados. Islamabad, única potencia nuclear de la OIC, ha afirmado que ve con buenos ojos tal iniciativa. El Acuerdo de Defensa Mutua con Arabia Saudita parecía ser el primer paso hacia esa dirección.

En el terreno menos evidente, ambos países han sacado un importante rédito. Pakistán ha estado históricamente aislado de sus vecinos (motivo por el cual contó durante años con una estrecha relación con Occidente). Hoy día, el apoyo saudí sería clave en ese sentido. Tras una reciente escalada de tensiones entre Nueva Delhi e Islamabad, misma que culminó en escaramuzas, un importante interés pakistaní sería ganar aliados que permitan disuadir posibles acciones de la India. Arabia Saudita es, en tal sentido, un candidato perfecto.

Riad fue clave para la conformación del proyecto del Corredor India-Medio Oriente-Europa (IMEC), puesto que la posición geográfica saudí la convierte en el puente entre ambos extremos de la ruta. Esta iniciativa fue lanzada por Nueva Delhi en la cumbre del G20 del 2023 como un esfuerzo indo-europeo de contrarrestar la creciente influencia de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda lanzada por Pekín. Pakistán, que en los últimos años se ha convertido en un importante aliado estratégico de China, habría conseguido a un importante aliado del que proyectos geoestratégicos de la India dependen profundamente. El futuro del IMEC, por ende, se encuentra bajo una mayor presión de sus principales adversarios.

Irán sale también enormemente beneficiado. Tras décadas de tensiones pakistaní-iraníes debido a la impronta fundamentalista chiita y sunita, Islamabad tomó una posición decididamente pro-iraní tras el primer bombardeo israelí. Asimismo, Riad y Teherán se han caracterizado en las últimas décadas por una rivalidad estratégica por la hegemonía regional (por ejemplo, frente al conflicto en Yemen). Esta situación llevó a una mayor normalización de las relaciones saudí-israelíes, puesto que ambos estados compartían un enemigo en común. Este escenario se ha visto deteriorado por la reciente deriva del Tel Aviv, motivo por el que (inicialmente con mediación china) Riad y Teherán se han ido acercando. Esta medida (por vía de un aliado en común) puede profundizar este proceso.

Importante es también recalcar que en Medio Oriente no existe una potencia hegemónica regional clara. El poder está relativamente distribuido entre Irán, Arabia Saudita, Egipto, Israel y Turquía (Riad cuenta con una posición de liderazgo en el Golfo). Esta medida ha aislado a Catar (importante socio de Teherán), cuestión que podría cambiar por este acuerdo. A mayor profundidad, no obstante, el Acuerdo de Defensa Mutua podría señalar la falta de liderazgo en la región debido a la falta de una potencia organizadora. ¿Por qué optaron Riad e Islamabad en avanzar con un pacto bilateral antes que utilizar los foros multilaterales ya existentes (la Liga Árabe y la OIC)? El prestigioso politólogo Samuel P. Huntington señaló que la falta de un “estado central” en Medio Oriente impide la adopción de una línea geoestratégica conjunta.

¿Tendrá esto un efecto estabilizador en Medio Oriente? El tiempo lo dirá. Con unos EE. UU. cada vez menos interesados, un Israel aislado y la falta de un liderazgo conjunto en la región, el futuro se mantiene incierto.

*Estudiante de maestría en Economía Política y Relaciones Internacionales de tercer ciclo de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia.

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