En un acto cargado de simbolismo y tensión política, la voz de María Corina Machado —ausente físicamente pero presente en cada aplauso— resonó en el Ayuntamiento de Oslo a través de su hija, Ana Corina Sosa Machado, quien se convirtió inesperadamente en la vocera del histórico momento en que su madre fue distinguida con el Premio Nobel de la Paz 2024.
Sosa Machado, visiblemente emocionada pero firme, subió al estrado para recibir el diploma y la medalla en nombre de su madre. Al iniciar la lectura del discurso, pronunció la frase que concentró la esperanza de millones de venezolanos: “Venezuela volverá a respirar”. La sala se puso de pie.
“Este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz”, afirmó la joven ante cientos de asistentes. Sus palabras marcaron el punto más emotivo de una ceremonia que, durante días, mantuvo en vilo a la comunidad internacional ante la incertidumbre sobre la llegada de Machado a Noruega después de 16 meses en la clandestinidad.
Sosa Machado habló no solo como hija, sino como portavoz de un país que enfrenta la represión, el exilio y la fractura social. “Este reconocimiento pertenece a quienes han padecido la persecución, a los presos políticos, a las familias separadas, a todos los que siguen defendiendo los derechos humanos en Venezuela”, leyó en nombre de su madre, arrancando una nueva ola de aplausos.
Al finalizar el discurso, la joven llevó ambas manos al pecho en un gesto íntimo de gratitud y se inclinó ante una ovación cerrada que inundó el salón de banquetes del ayuntamiento. El público respondió no solo al mensaje, sino también a la serenidad con la que Sosa Machado representó a una dirigente que, sin estar presente, dominó cada minuto del evento.
La hija de la líder opositora también transmitió la determinación de Machado de continuar su lucha por una transición democrática en Venezuela. “Durante estos dieciséis meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada, preparándonos para una transición ordenada hacia la democracia”, afirmó, reforzando el compromiso de su madre con un cambio político pacífico.
La ceremonia, a la que asistieron varios presidentes latinoamericanos, se transformó en un respaldo explícito a la causa opositora en un país sumido en crisis humanitaria, económica y política. Pero fue la voz de Ana Corina Sosa Machado la que marcó el tono de la jornada: un mensaje de resistencia, memoria y fe en el porvenir.
“A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro”, dijo, recordando a sus hermanos, a su familia y al pueblo venezolano. Un cierre íntimo y poderoso para un premio que, desde Oslo, vuelve a poner a Venezuela en el centro del debate global.