¿El regreso de la Doctrina Monroe?

Por: Hugo Alonso Contreras Velasco, B.A. | Declaraciones y nombramientos del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump evidencian una reorientación de la política exterior del Atlántico al Hemisferio Occidental.

por Edgar Mandujano

La victoria electoral de Donald J. Trump el 5 de noviembre de 2024 marcó el triunfo de una agenda alternativa de política exterior estadounidense. Declaraciones del excandidato durante toda la campaña evidenciaban un apartamiento de la orientación transatlántica de varios presidentes. Asimismo, en las semanas y días anteriores Trump mostró un mayor interés por el Hemisferio Occidental, en detrimento de Europa Occidental.

Desde entablar relaciones más distendidas con Rusia hasta abandonar a su suerte a aquellos estados europeos miembros de la OTAN que no cumplan con sus cuotas en defensa, amenazas de Trump han evidenciado un distanciamiento del tradicional eje transatlántico de las relaciones estadounidenses. A principios del mes, inclusive, éste sugirió la posibilidad de una retirada estadounidense de la Alianza Atlántica.

En paralelo con aquellas declaraciones y tentativas, el presidente electo ha mostrado un mucho mayor interés en el Hemisferio Occidental en tiempos recientes. Tan solo unos días antes, Trump proclamó la posibilidad de reconquistar el Canal de Panamá en el megaevento de las juventudes republicanas “Amfest”. Semanas antes coqueteó con la idea de anexar Canadá de no poder el vecino del norte lidiar con los costes tarifarios que intenta imponer. Hoy día mismo repitió los reclamos territoriales sobre Groenlandia (territorio danés) de su primer mandato por motivos estratégicos.

La aparente reorientación de política exterior del presidente electo no ha quedado reducida tan solo a discursos estrambóticos, sino también a nombramientos en su futuro gabinete. Es así como el senador Marco Rubio, miembro prominente del grupo de interés de los cubanos en los EE. UU., ha sido designado como futuro secretario de estado (canciller). Su trayectoria hace esperable que la Washington vaya a ejercer una mayor presión sobre los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua. En consonancia con esta línea, Trump tuvo una de sus primeras reuniones bilaterales postelectorales con el presidente de Argentina, Javier Milei, quien se ha caracterizado por una oposición frontal a los mencionados ejemplos.

Durante toda la campaña, Trump ha proclamado la necesidad de una política exterior “America First” (Estados Unidos primero), misma que ha servido como justificación para su desentendimiento de Europa Occidental pese al reiterado rechazo de aliados estratégicos estadounidenses. Sin embargo, éste ha adoptado (inclusive en su primer término) una retórica y política agresiva frente a China. Ahora evidencia también un gran interés en el continente americano. Todo indica a que la mayor competitividad estratégica frente al país asiático es el motivo de esta reorientación.

China se ha convertido en los años anteriores en el principal socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos. Beijing ha tomado, a su vez, una línea de acercamiento hacia Centroamérica con excelentes resultados, inclusive con Panamá. Para los Estados Unidos, en ojos de Trump, es de vital importancia reducir los costos logísticos para recuperar el terreno perdido, de ahí la importancia del Canal de Panamá.

China ha tenido una política de apoyo irrestricto a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, por lo que una política agresiva bajo la dirección de Marco Rubio evidencia una suerte de contención a la influencia china en el continente.
Respecto a Groenlandia y Canadá, al mostrar Beijing cada vez mayor interés en el acceso al Ártico por los recursos ahí presentes, la primera administración del presidente electo intentó proyectar una mayor presencia de Washington en el área. Esta estrategia se evidenció a través de intentos de generar mayores plataformas de acceso a la zona. Originalmente Alaska y tentativamente Groenlandia, hoy también Canadá.

Pese a la animadversión de varios líderes europeos, aliados de EE. UU., tales como Emmanuel Macron, quienes ya han sugerido “independizarse” de Washington como reacción a un posible abandono, el interés del presidente electo parece quedar en contrarrestar la influencia china en el Hemisferio Occidental. Esto marca un tentado fin con varias décadas de política exterior estadounidense.

En 1823, el quinto presidente de los EE. UU., James Monroe, proclamaba la famosa doctrina con su nombre. Esta aseveraba que Washington se mantendría al margen de los asuntos de los estados europeos so pena de que estos se mantengan al margen del Hemisferio Occidental. Durante los siglos XIX y XX esta doctrina se expandió a repeler a toda potencia extrahemisférica así como adoptar una línea intervencionista en el continente. ¿Estaría representando Trump un reflote de la Doctrina Monroe? De ser así, tendría profundas consecuencias para Europa, América Latina y, por consiguiente, para el Perú.

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