La crisis económica que atraviesa Bolivia desde 2024 se ha profundizado en las últimas semanas, afectando de manera directa el bolsillo de los ciudadanos. La inflación interanual llegó al 18,4% en mayo de 2025, el nivel más alto en al menos 17 años. El encarecimiento generalizado de productos básicos como el arroz, azúcar, pollo y aceite es evidente en los mercados y en los puntos de venta estatal, donde las largas filas se han convertido en parte del día a día.
El precio del kilo de pollo, por ejemplo, pasó de costar 2,6 dólares hace unos meses a 5 dólares en la actualidad. Este incremento refleja la presión sobre los precios causada por la escasez de dólares, el aumento del costo de las importaciones y el agotamiento de las reservas internacionales líquidas. Los productos importados, incluidos los medicamentos, han visto duplicar sus precios en farmacias privadas debido al alza del dólar en el mercado paralelo.
Además del aumento de precios, los ciudadanos enfrentan el desabastecimiento en centros de salud y tiendas estatales. Medicamentos esenciales escasean, y muchos deben recurrir al sector privado, donde el costo es inasumible para gran parte de la población. Incluso artículos básicos como el papel higiénico o el huevo se vuelven difíciles de encontrar en algunas zonas del país.
El panorama se agrava con los bloqueos de carreteras impulsados por sectores afines al expresidente Evo Morales, que dificultan la distribución de alimentos y otros productos. A medida que crece el malestar social y disminuye el poder adquisitivo, el descontento amenaza con traducirse en un cambio político en las elecciones de agosto, mientras el país continúa enfrentando uno de sus momentos económicos más críticos en décadas.