El debate sobre el desarollo de pesca industrial en la Reserva Nacional Dorsal de Nasca, creada en el 2021, continúa y el tema parece que escalará a tanto tema técnico como política.
Estos días la Sociedad Nacional de Pesquería hizo un pronunciamiento donde señalan que 400 expertos defienden la pesca industrial en las áreas protegidas. De acuerdo al comunicado publicado, la norma establecida permite ciertas actividades económicas, bajo estrictas condiciones, grupos ambientalistas sostienen que la pesca industrial no debería tener cabida dentro de sus límites.
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Ante ese pronunciamiento, 68 especialistas, incluyendo exjefes de la Reserva Nacional de Paracas y el primer jefe del Sernanp publicaron un comunicado donde dan argumentos científicos sobre cuál sería para ellos el impacto de la pesca industrial en las áreas marinas protegidas (AMP).
“Las áreas marinas protegidas (AMP) se crean con el objetivo de preservar la diversidad biológica, salvaguardar hábitats de importancia ecológica y permitir la regeneración de los recursos marinos. Lamentablemente, el valor de estas zonas puede verse socavado si dentro de sus límites se permite la operación de la pesca de mayor escala o industrial”.

Los cincos puntos siguientes serían sus argumentos.
1. Alteración de la red alimenticia: La extracción masiva de pequeños peces pelágicos como la anchoveta reduce la disponibilidad de presas para sus depredadores naturales, afectando la productividad de la red alimenticia y comprometiendo poblaciones de aves marinas, mamíferos y otras especies (Cury et al., 2011).
2. Sobreexplotación y colapso de pesquerías: La pesca industrial tiende a operar con altos volúmenes de captura, lo cual puede llevar a la sobreexplotación de poblaciones objetivo (Pauly & Zeller, 2016). Además, el impacto sobre especies de forraje como la anchoveta puede tener consecuencias indirectas en las pesquerías de otros peces que dependen de ellas como presas.
3. Impacto en la biodiversidad local: Las faenas de pesca industrial suelen estar asociadas al uso de artes de pesca no selectivas, como grandes redes de cerco, lo que incrementa la captura incidental de otras especies no objetivo (bycatch), que en ocasiones incluyen tortugas, aves y mamíferos como delfines y lobos marinos.
4. Resiliencia disminuida ante el cambio climático: En un contexto de cambio climático, los ecosistemas marinos experimentan alteraciones en la temperatura, en la distribución de las corrientes y en la disponibilidad de nutrientes (Bakun, 2010). Extraer grandes cantidades de pequeños peces pelágicos como la anchoveta afecta la capacidad de respuesta y adaptación de esos ecosistemas, reduciendo la resiliencia general del sistema.

En particular, la pesca industrial de especies pequeñas como la anchoveta que sirven de alimento a poblaciones de vertebrados en situación vulnerable, como aves guaneras y mamíferos marinos, reduce su disponibilidad y afecta a sus poblaciones. Cury et al. (2011) mostraron, a escala global, que la disminución de la abundancia de estas especies puede causar una reducción sustancial en la reproducción y la tasa de supervivencia de poblaciones de aves marinas y, en ocasiones, hasta comprometer su viabilidad a largo plazo. En nuestro país está muy bien documentado el caso de las aves guaneras que deben competir con la flota industrial por la pesca por lo cual luego del paso de las naves pesqueras deben alejarse más de sus colonias para conseguir alimento (Clark et al., 2022; Bertrand et al., 2010; Bertrand et al., 2012; Barbraud et al., 2018). Esto resulta particularmente grave durante la etapa reproductiva en la cual los padres deben atender la alimentación de los polluelos (Zavalaga et al., 2008; Grémillet et al., 2018).
Los estudios en mamíferos tienen resultados similares. Los lobos marinos en Punta San Juan de Marcona son particularmente vulnerables cuando la pesquería industrial opera cerca de sus áreas de reproducción, lo cual está afectando negativamente su crecimiento poblacional (Cárdenas-Alayza, 2012, Cárdenas-Alayza et al., 2021). Lo mismo sucede con las ballenas y otros cetáceos durante sus migraciones (Ávila et al., 2018; Read, 2008). En el caso de la la Reserva Nacional de Paracas, es ampliamente reconocido gracias a los informes de IMARPE y otros investigadores locales que su variada y abundante fauna marina (Goya et al., 2020; Guezel & Wickel, 2015; Reyes & Hamman, 2009) sostiene actividades de turismo favorables para la economía local.
A lo largo de la costa del Perú, muchas de las AMPs actuales concentran sitios reproductivos históricos y zonas de alimentación de aves marinas amenazadas. Durante el ingreso de aguas cálidas y eventos El Niño, las zonas costeras frías sirven como refugio para estas especies. Durante las condiciones cálidas ocurridas entre los años 2017 al 2019, el programa de observadores a bordo a cargo del IMARPE encontró un incremento en el registro de mortalidades de aves guaneras (57% en piquero, 36.7% en guanay y 6.7 % en pelícano peruano) por interacción con la flota industrial de cerco (Romero et al., 2024). Esto evidencia un aumento en la competencia entre la pesquería industrial de anchoveta y aves marinas, lo cual está proyectado a exacerbar con el aumento en frecuencia de eventos de calentamiento en la Corriente de Humboldt, tal como se ha evidenciado en las últimas décadas (Pietri et al., 2021).
Finalmente, áreas protegidas recientemente creadas como la Reserva Nacional Dorsal de Nasca o la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau tampoco previenen la pesca de mayor escala o industrial en su interior. Exponer a los vertebrados dentro de un área protegida marina a la posibilidad de una interacción negativa con la pesca industrial aún cuando esta pueda no ser letal, es contradictorio con los fines y objetivos de un área protegida (Day et al., 2019).
Este documento ha sido difundido a través de la organización Oceana Perú.