El cacao es uno de los productos de exportación más atractivos de nuestro país; sin embargo, existe también un valor cultural milenario que es puesto en evidencia en los últimos estudios arqueológicos realizados por Quirino Olivera, destacado arqueólogo peruano, quien desde hace años trabaja en el Sitio Arqueológico de Montegrande, ubicado en Jaén, región Cajamarca.
En ese sentido, el miércoles 4 de septiembre se llevó a cabo el conversatorio: Historia y magia del cacao en “El Aroma del viaje”, a cargo de la Red Mundial de Destinos Turísticos del Cacao y Derivados, programa del Tourism and Society Think Tank.
Cultura milenaria
Durante el conversatorio, Olivera relató la fascinante experiencia vivida en las excavaciones del templo de Montegrande, lugar donde la Cultura Marañón vivió hace 5300 años, logrando domesticar y emplear el cacao en sus más importantes ceremonias espirituales, sagradas y religiosas.
Según detalla Olivera el recinto tiene una particular forma de espiral y está construido con adobe y cantos rodados. Esta forma de 400 m2 tiene un significado especial en las creencias religiosas del mundo andino, que puede llegar a representar a una serpiente enroscada, un simbolismo bastante tópico.
Durante el conversatorio se destacó la importancia de este hallazgo que sugiere que el origen del cacao como especie botánica podría estar en la Amazonía peruana. “Estábamos siempre acostumbrados a decir que el cacao es de origen mexicano, incluso se dice que el emperador azteca Moctezuma le da una bebida de cacao a Hernán Cortés. Sin embargo, ahora hablamos de un sorpresivo hallazgo de almidón de cacao en una tumba en la espiral de Palanda, Montegrande”, relata Olivera.
Turismo del Cacao
El Aroma del Viaje es una iniciativa de la Red Mundial de Destinos Turísticos del Cacao y Derivados, ideada como una actividad importante para promover y destacar la riqueza cultural, histórica y natural de los destinos vinculados al cacao y al chocolate. Esta serie de encuentros, espera fomentar el turismo sostenible que respete los territorios y la historia de las comunidades que mantienen viva esta herencia.
Así, el chocolate se convierte en producto final de cacao y es símbolo de tradición y artesanía heredada de las culturas que lo producen y consumen. “Mi sueño es que el turismo venga a la zona de Amazonas a ver el templo del cacao más antiguo del mundo para que se sientan fortalecidos. Aquí no solo se utiliza el fruto, sino también las flores, las raíces y parte del tallo. Hay un cultivo ancestral que se alinea con los ciclos de la luna”, relata Olivera.
Oportunidad de negocio
Si bien el cultivo y procesamiento del cacao en Montegrande no está al nivel de una producción industrial, quienes visitan el recinto se están llevando a Asia, Europa y América este chocolate de cacao ceremonial al 70%. Olivera menciona que “la televisión japonesa vino a hacer un documental donde se ve que la gente va cantando, va hablándole a las semillas, mientras hacen el chocolate”.
Recordemos que la industria peruana del cacao común es uno de los recursos más exportados. En 2023 se enviaron al extranjero unas 61 814 toneladas por un valor de alrededor de US$ 187 millones, lo que representó el 88 % de participación en la exportación de este producto. Le siguen el cacao fino, con 8447 toneladas por más de US$ 29 millones, con un 11% de participación. Siendo los principales destinos: Malasia, Países Bajos, Indonesia, México, Italia, Bélgica, España y EE.UU.
“El cacao como turismo de nicho debe involucar al sector público y privado y la municipalidad, en un trabajo en conjunto desde las bases para poner en valor a las comunidades alejadas que también trabajan el cacao”, añadió Amora Carbajal, directora general de la Red Mundial de Destinos Turísticos del Cacao y Derivados.
Por eso, iniciativas como El Aroma del viaje, tienen como objetivo generar espacios de diálogo y aprendizaje junto a expertos y apasionados del cacao. De manera que se pueda inspirar al público en general a profundizar en la relación entre el cacao y su historia en las comunidades; lo que mejora la empatía y el orgullo por un valioso recurso nacional y cultural. “El gran sueño es que Montegrande sea patrimonio histórico de la humanidad”, resume Olivera.