Inforegión.- Cada 21 de febrero se conmemora el Día Mundial para la Protección de los Osos, una fecha clave para reflexionar sobre su conservación. En Perú, contamos con el emblemático oso andino, quien enfrenta serias amenazas, como la pérdida de hábitat y la caza furtiva, a pesar de los avances en su protección. Más que una celebración, este día representa un llamado a la acción para enfrentar los desafíos que ponen en riesgo su supervivencia.
“El arquitecto de los bosques”
El oso andino también es conocido como oso de anteojos o ‘ukumari’ en quechua. “Es el único úrsido de Sudamérica y desempeña un papel fundamental en la dinámica ecológica de los ecosistemas que habita, actuando como un agente clave en la regeneración natural de hábitats, especialmente en áreas fragmentadas, degradadas o deforestadas”, explica a Inforegión Fabiola La Rosa, especialista en Mecanismos de Conservación de WWF Perú.
Añade que su dieta “mayormente herbívora lo convierte en un eficiente dispersor de semillas, favoreciendo la diversidad vegetal y la recuperación de los ecosistemas”. Al desplazarse por extensas áreas, contribuye a la conectividad ecológica y al equilibrio de su entorno. Además, al consumir frutos y excretar sus semillas, facilita la regeneración natural de los bosques, promoviendo su conservación y la biodiversidad.
Como especie sombrilla, su protección implica la conservación de vastos hábitats que albergan una gran diversidad de flora y fauna, que se benefician indirectamente de estos esfuerzos. “Su presencia está estrechamente ligada a la provisión de servicios ecosistémicos clave, como la regulación hídrica, la captura de carbono y la estabilidad de los suelos. Al habitar en bosques montanos húmedos, bosques secos interandinos, páramos y yungas, contribuye a la captación, almacenamiento y distribución del agua, previene la erosión y favorece el mantenimiento de microclimas”, señala la especialista de WWF Perú.
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La protección del oso andino no solo resguarda la biodiversidad, sino que fortalece la resiliencia ambiental al garantizar la regeneración de los bosques y la estabilidad de los ecosistemas, beneficiando también a las comunidades humanas. Por todo ello, es considerado también como un “arquitecto de los bosques”.
¿Qué amenazas enfrenta el oso andino?
A pesar de su relevancia ecológica, el oso andino enfrenta varias amenazas que ponen en riesgo su supervivencia. “La pérdida y fragmentación de hábitats son las más críticas, impulsadas por la expansión de la frontera agropecuaria, el cambio de uso de suelo, los incendios y la tala ilegal, entre otros factores”, subraya Fabiola La Rosa. Las tierras en las que estos osos solían desplazarse libremente se están reduciendo rápidamente, lo que afecta directamente su capacidad para encontrar alimentos y reproducirse.
“A esto se suma la caza directa, ya sea por conflictos con productores debido a la depredación de cultivos o ganado, por creencias culturales o por la caza furtiva con fines de comercio ilegal de sus partes”, añade la especialista. Aunque el oso andino está protegido por diversas leyes nacionales e internacionales, los casos de caza ilegal continúan siendo una amenaza constante.
En 2020, un incidente que involucró la muerte de un oso andino en la provincia de Puno, Perú, generó indignación pública cuando se difundieron en redes sociales fotos de dos hombres posando junto al cadáver del animal.
Tras un proceso judicial que duró casi cuatro años, el Poder Judicial dictó sentencia condenatoria en febrero de 2025 contra los responsables, Ludwin A. Chambi Contreras y Edgar J. Inofuente Soncco. Ambos fueron declarados culpables del delito de depredación de flora y fauna silvestre en su forma agravada y recibieron penas privativas de libertad suspendidas. Además, se les impuso una reparación civil de 8 mil 600 soles a favor del Estado peruano.
Otro factor que destaca La Rosa como un obstáculo significativo para la toma de decisiones efectivas en su protección es la falta de información sobre la distribución, densidad poblacional y estado de conservación del oso andino: “Sin datos sólidos, resulta difícil identificar las áreas prioritarias de intervención, asignar recursos de manera eficiente y diseñar estrategias de manejo basadas en evidencia. Esta carencia limita la capacidad de respuesta ante las amenazas que enfrenta la especie, impidiendo acciones focalizadas y dificultando la integración de medidas de conservación en políticas públicas y planes de desarrollo”.
El cambio climático también está alterando las condiciones de los ecosistemas andinos, afectando tanto la disponibilidad de alimentos para los osos como las características de los hábitats donde viven. Las temperaturas más altas, la alteración de los patrones de lluvia y la pérdida de hábitats naturales dificultan aún más la supervivencia de la especie. Aunque el oso andino es capaz de adaptarse a diferentes climas, las nuevas condiciones están llevando a cambios en su distribución y comportamiento.
Esfuerzos de conservación y desafíos pendientes
El Día del Oso Andino es también una oportunidad para reflexionar sobre las acciones tomadas para proteger a esta especie. En Perú, donde habita una gran parte de la población mundial de osos andinos, existen varias iniciativas en marcha. El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) ha implementado programas de monitoreo y protección en áreas como el Santuario Histórico de Machu Picchu y el Parque Nacional Río Abiseo, dos lugares donde el oso de anteojos sigue siendo una presencia clave.
A nivel regional, organizaciones como WWF están trabajando en la restauración de hábitats y el fortalecimiento de áreas protegidas para evitar la fragmentación de los bosques y garantizar que los osos tengan acceso a suficientes recursos. Además, la creación de corredores biológicos que conecten áreas naturales aisladas se ha considerado como una medida eficaz para mitigar el impacto de la deforestación y permitir que los osos puedan moverse libremente.
A pesar de estos esfuerzos, los desafíos siguen siendo grandes. La falta de recursos en algunas regiones, la débil implementación de leyes ambientales y la continua expansión de actividades humanas en áreas protegidas son obstáculos que dificultan los avances en la conservación.