Amazonía peruana: Más del 20% de la deforestación fue causada por cultivos de coca

Caretas en alianza con INFOREGIÓN | Según estudio de Jaime García, investigador del Instituto de Estudios Internacionales de la PUCP, que abarca periodo 2011-2021. Además, planteó una agenda para combatir este impacto.

por Edgar Mandujano

Este 26 de junio es el Día de la Lucha Contra el Tráfico Ilícito y el Uso Indebido de Drogas. Una ocasión para reflexionar sobre el impacto que este flagelo causa en nuestros bosques amazónicos. Desgraciadamente, los daños están en alza. Entre los años 2011-2021 más del 20% de la deforestación fue causada por cultivos de coca. Así lo subrayó a Inforegión, el investigador del Instituto de Estudios Internacionales de la PUCP, Jaime García.

Acudimos a García puesto que, recientemente, divulgó su estudio “Una aproximación a la deforestación por cultivos de coca en el Perú (2011-2021)”. Este registra que el efecto de este flagelo se da en un contexto crítico. Es decir, se revela que entre esos años la deforestación creció más del 50% comparada al período 2001-2010. Esa espiral, además, involucra actividades agropecuarias, explotación forestal y petrolera, crecimiento urbano y construcción de vías, según García.

Deforestación cocalera: Factor clave en el período 2011-2021

García apuntó que la deforestación es promovida directamente por los narcotraficantes, quienes identifican las áreas para los cultivos, además de promover su invasión. Esta acción la realizan con organizaciones vinculadas a las actividades ilícitas, apuntó. De esta manera, se apropian de áreas alejadas, pero con una vía o población cercana. Para ello, se cercioran que la zona tenga las condiciones agronómicas para el cultivo de la hoja de coca.

Este proceder es diferente al que se daba antes del año 2000, aproximadamente. “En los 80s y en los 90s había un crecimiento de deforestación, pero básicamente por un desplazamiento espontáneo de campesinos que buscaban nuevas áreas de cultivo”, anotó. Es decir, ya no es el campesino el protagonista, ahora son las organizaciones criminales las que deciden las nuevas rutas que generan más deforestación.

Un mayor impacto

La deforestación por cultivo de coca tiene, probablemente, un mayor impacto que otras actividades ilícitas en los bosques. Primero, la deforestación para el cultivo implica la “quema” que genera pérdida de biodiversidad. Luego, llega la deforestación de tipo “indirecto”, señaló García. Se trata del acondicionamiento de una infraestructura y de actividades colaterales para que esta actividad se desarrolle en el bosque.

A lo anterior se añade “un fuerte uso de la tierra. Se busca una alta productividad. Es decir, arriba de las 40 000 plantas por hectárea y el uso de agroquímicos. Esto lleva a que estos suelos queden con pocos nutrientes, lo que origina que se dé el ciclo de búsqueda de nuevas áreas de deforestación”. Sobre los agroquímicos, anotó que al ser arrojados se convierten en nuevas fuentes de contaminación.

Agregó que, tras extraerle la cocaína, la hoja de coca procesada (detritus) también se lanza al suelo con los químicos impregnados. Este material también tiene efectos directos sobre la biodiversidad de la flora y fauna de la zona, acotó. “Esa es la lamentable realidad del narcotráfico. La deforestación, quizás, es el impacto más visible, pero también están estos impactos tanto por el cultivo como por la elaboración de drogas”, afirmó.
“El impacto que ha tenido la deforestación por la hoja de coca en la Amazonía peruana entre los años 2011 y 2021 ha representado casi un 22.4% de la deforestación total de la Amazonía del Perú”, precisó. Pero, como vimos, su efecto se multiplica más allá del área deforestada.

Zonas más perjudicadas

Entre ellas, hay dos áreas en la región Puno. Estas son Inambari (provincia de Sandia) y San Gabán (provincia de Carabaya). También el impacto de los cultivos ilícitos ha sido notable en el Bajo Amazonas (provincia Ramón Castilla). Esta se ubica en la región Loreto. A estas se añade la zona de Callería (provincia de Coronel Portillo), en la región Ucayali.

En cuanto a las áreas naturales protegidas (ANP), consideró que la más afectada es el Parque Nacional Bahuaja Sonene y su zona de amortiguamiento. Esta se encuentra en la región Puno. Otras áreas con impactos son las zonas de amortiguamiento del Parque Nacional Sierra del Divisor y del Parque Nacional Cordillera Azul. Ambas, en la región Ucayali. Otro espacio afectado es la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Asháninka. Esta se ubica en el Vraem.

Impacto en las comunidades nativas

“Parte de la estrategia de las organizaciones criminales es ir cooptando a las comunidades nativas. Eso les facilita mano de obra. En algunos casos hay comunidades nativas que sí los enfrentan, pero hay otras que van cediendo e inclusive terminan por involucrarse. Es decir, no solamente en darle facilidades al narcotráfico, sino también entran al cultivo de hoja de coca y a la producción de drogas cocaínicas”, refirió.

García consideró que las que están en el Vraem han tenido mayor impacto del narcotráfico. Además, recordó que parte del pueblo ticuna (en Loreto) “ha sido totalmente cooptado” por esta actividad ilícita. En cuanto a los asháninkas, también se da una situación similar. En este contexto, alertó que los narcos “han logrado quebrar federaciones indígenas que tenían posiciones en contra del narcotráfico”.

Principales recomendaciones

García remarcó que es factible identificar en el día a día los focos de deforestación. Esa información debe estar disponible para las autoridades. Hablamos de Devida, Ministerio Público y la Policía Nacional. Si las áreas están vinculadas a comunidades nativas, habría que involucrarlas también, apuntó. El Estado debe proveer los recursos para las acciones necesarias a fin de combatir nuevos casos de deforestación de manera inmediata, añadió.

Otro aspecto a tratar es recuperar los bosques deforestados. En ese sentido, se impone un trabajo articulado entre el Estado, las comunidades nativas y la cooperación internacional, recomendó. Luego, citó que un indicador de éxito en la lucha contra el narcotráfico va de la mano con una reducción del área de cultivos de coca. Por ello, consideró que la meta nacional de erradicar 25 000 hectáreas al año es baja. “La nueva meta debería estar arriba de las 35 000 hectáreas”, planteó.

Finalmente, manifestó que se requiere redefinir nuevamente los objetivos que deben plantearse en la estrategia de lucha contra la droga. “Ojalá que las autoridades, los medios de comunicación y la opinión pública se sensibilicen en ese tema y se pueda hacer un planteamiento”, afirmó.

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