El expresidente Martín Vizcarra Cornejo sorprendió a la opinión pública al compartir una anécdota vivida durante su breve reclusión en el penal de Barbadillo, ubicado en Ate. A través de una transmisión en su cuenta de TikTok, relató que su par, Ollanta Humala Tasso, le ofreció un gesto de solidaridad al prestarle su teléfono celular para que pudiera comunicarse con sus familiares y abogados.
Vizcarra recordó que su ingreso al establecimiento penitenciario se produjo el pasado 14 de agosto, y que en ese momento desconocía los mecanismos internos para realizar llamadas. Según su testimonio, Humala no dudó en acercarse y facilitarle su propio dispositivo con el crédito que tenía acumulado. “Me dijo: ‘usa mi crédito, lo que quieras, llama a quien quieras’”, narró el exmandatario, quien gobernó entre 2018 y 2019.
¿Cómo se dio el gesto de Humala?
El ex jefe de Estado explicó que en el penal los internos cuentan con autorización para realizar llamadas telefónicas, pero cada uno debe gestionar sus propios saldos. Al no estar al tanto de esta dinámica, Vizcarra quedó momentáneamente incomunicado, hasta que Humala, quien gobernó el país entre 2011 y 2016, se acercó a tenderle la mano.
“Me dio alivio poder hablar con mi esposa, con mi hermano Mario y con mi abogado. Esos primeros contactos fueron fundamentales en un momento de mucha tensión”, comentó. La revelación no tardó en viralizarse, generando comentarios divididos entre quienes destacaron la humanidad del gesto y quienes lo interpretaron como un guiño político entre exmandatarios procesados judicialmente.
Castillo también envió apoyo
En paralelo, Vizcarra narró otra experiencia de solidaridad dentro de Barbadillo. Esta vez, el gesto vino de parte de Pedro Castillo Terrones, quien compartió celda en el mismo penal, aunque en ambientes distintos. Según contó en entrevista con el programa Hablemos Claro, un trabajador del INPE le entregó una bolsa con frutas —mandarina, plátano y manzana— además de una frazada para combatir el frío nocturno.
“El trabajador me dijo que esto me lo enviaba el señor Pedro Castillo. Lo tomé como un gesto importante, como una muestra de humanidad. No veo nada malo en eso”, afirmó Vizcarra, aunque aclaró que no tuvo ningún encuentro directo con Castillo, ya que las áreas en las que estaban recluidos se encuentran separadas.
Barbadillo: prisión de expresidentes
El penal de Barbadillo se ha convertido en un símbolo de la política peruana. En sus instalaciones han pasado o permanecen recluidos varios expresidentes investigados por corrupción y otros delitos: Alberto Fujimori, Ollanta Humala, Pedro Castillo y Martín Vizcarra. La convivencia en ese espacio ha generado episodios que, más allá de los procesos judiciales, muestran una dinámica particular entre exmandatarios.
Los testimonios de Vizcarra ponen sobre la mesa la existencia de una suerte de solidaridad entre quienes alguna vez ocuparon Palacio de Gobierno y que hoy enfrentan la justicia desde una misma condición: la de internos.
¿Qué significa políticamente esta revelación?
Las declaraciones de Vizcarra tienen lecturas múltiples. Por un lado, exhiben un rostro humano en medio de la frialdad de la política y la dureza de los procesos judiciales. Por otro, evidencian cómo las circunstancias de prisión pueden tender puentes inesperados entre líderes que en su momento representaron proyectos políticos distintos e incluso antagónicos.
La pregunta que surge es inevitable: ¿estos gestos son simples actos de humanidad o reflejan un intento de acercamiento político en un escenario donde todos comparten condición de exmandatarios procesados?
Vizcarra, que recuperó su libertad el 9 de septiembre tras un fallo del Poder Judicial que ordenó su excarcelación, dejó claro que sus relatos no buscan generar especulaciones, sino simplemente compartir lo que calificó como “muestras de apoyo en momentos difíciles”.
Los relatos del exmandatario revelan la otra cara de Barbadillo, un penal que se ha transformado en escenario de historias donde se mezclan la política, la justicia y la supervivencia personal. La solidaridad de Humala y Castillo hacia Vizcarra muestra que, en medio de disputas políticas y procesos judiciales, aún hay espacio para gestos de humanidad.
Lo cierto es que las declaraciones no solo humanizan a los protagonistas, sino que también reavivan el debate sobre el papel de Barbadillo como símbolo de la crisis política que ha marcado al Perú en las últimas dos décadas.