Un cierre de alegatos marcado por una metáfora inesperada
El juicio oral contra el expresidente Pedro Castillo por los presuntos delitos de rebelión y conspiración entró este viernes en una etapa decisiva, pero lo que debía ser una sesión estrictamente técnica terminó dando espacio a una escena insólita. El abogado del exmandatario, Ricardo Hernández Medina, sorprendió al tribunal al evocar la célebre —y ampliamente cuestionada— parábola del “niño y el pollo”, una anécdota que Castillo narró durante su gobierno y que rápidamente se convirtió en un meme nacional.
Dirigiéndose a los jueces, Hernández lanzó la frase que marcó la jornada: “Ustedes tienen el pollo en sus manos. O lo entregan vivo o lo entregan muerto. O ustedes lo absuelven o lo condenan”. La comparación, que generó murmullos en la sala, buscó enfatizar que la decisión final sobre el futuro del expresidente está exclusivamente en manos del Poder Judicial.
La intervención reavivó el recuerdo de aquella historia contada por Castillo, en la que un niño intentaba engañar a un anciano escondiendo un pollo entre sus manos. Sin embargo, el relato original terminó generando más confusión que reflexión, algo que volvió a replicarse —esta vez— en un contexto judicial.
Un juicio que llega a su punto crítico
La audiencia de este 14 de noviembre marcó el final de los alegatos de clausura, dejando al tribunal listo para pasar a la fase de autodefensa de los acusados. Castillo, quien permanece en prisión preventiva, encara uno de los procesos más relevantes de la historia reciente, tras su intento de disolver el Congreso el 7 de diciembre de 2022 y establecer un gobierno de excepción que nunca llegó a ejecutarse.
La pregunta central que define este juicio es: ¿Existió realmente un levantamiento o tentativa de alzamiento armado, como exige el tipo penal de rebelión? O, como señala la defensa, ¿se trató únicamente de un mensaje político mal planteado y sin respaldo operativo?
Durante su intervención, Hernández insistió en que el expresidente no lideró ni intentó liderar una insurrección armada. Argumentó que el mensaje televisado fue “una proclama individual”, sin intervención de terceros y sin planificación logística. Esta tesis busca desmarcar a Castillo del elemento clave para acreditar rebelión: la existencia de un levantamiento en armas.
La estrategia: victimización política y cuestionamiento al proceso
El abogado también reforzó la narrativa de que Castillo ha sido víctima de una “persecución política” y que el proceso se habría configurado sobre una “condena anunciada”. Este argumento ya había sido empleado por otras defensas, incluyendo la de Betssy Chávez, cuya defensa renunció recientemente asegurando que no existían garantías procesales.
La estrategia apunta a instalar dudas sobre la imparcialidad del juicio y sobre la interpretación de los hechos del 7 de diciembre. En esta línea, Hernández cuestionó la rapidez con la que se detuvo a Castillo y la coordinación inmediata entre el Congreso, la Fiscalía y la Policía.
Sin embargo, el Ministerio Público sostiene que la evidencia es contundente: el mensaje televisado, la coordinación con altos mandos, los movimientos en Palacio y los actos que siguieron al anuncio del cierre del Congreso demuestran que existió una tentativa de golpe.
El dilema simbólico: ¿puede la metáfora influir en el tribunal?
La aparición de la metáfora del “pollo” abrió el debate sobre la pertinencia de este tipo de discursos en una audiencia decisiva. ¿Puede una figura simbólica influir realmente en los jueces? ¿O se trata simplemente de una maniobra comunicacional dirigida a la opinión pública?
Para especialistas en derecho penal consultados en diversas oportunidades, los alegatos finales suelen incluir elementos retóricos, pero la defensa no suele recurrir a comparaciones que rozan lo anecdótico. En este caso, la frase dejó en evidencia un intento deliberado por humanizar la decisión judicial y presentarla como un acto de vida o muerte sobre el futuro del expresidente.
La metáfora, más allá de la polémica, buscó transmitir que el tribunal debe decidir entre “entregar al pollo vivo o muerto”, es decir, entre absolver o condenar. Tal construcción discursiva, sin embargo, no reemplaza el análisis jurídico que el colegiado debe realizar sobre los hechos ocurridos en diciembre de 2022.
Un cierre con tensiones políticas y consecuencias abiertas
El proceso contra Castillo no es solo jurídico: es también político. Una sentencia condenatoria podría marcar un precedente sobre la responsabilidad de un presidente que intenta alterar el orden constitucional de manera unilateral. Una eventual absolución, en cambio, reabriría el debate sobre las interpretaciones del mensaje presidencial, la actuación del Congreso y la respuesta inmediata de las instituciones.
En cualquiera de los escenarios, la decisión del Poder Judicial tendrá impacto directo sobre el clima político nacional y sobre la memoria institucional del fallido intento de golpe.
Por ahora, lo cierto es que el juicio ha entrado en su capítulo final, marcado por metáforas, tensiones políticas y una defensa que apuesta tanto por argumentos jurídicos como por símbolos que buscan resonar fuera de la sala de audiencias.