La lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, viajó el viernes 7 de noviembre rumbo a México, justo cuando las relaciones bilaterales entre ambos países atraviesan uno de sus momentos más delicados. La tensión se originó tras la decisión del gobierno mexicano de otorgar asilo político a Betssy Chávez, ex presidenta del Consejo de Ministros durante el fallido autogolpe de Estado de Pedro Castillo en diciembre de 2022.
El registro migratorio de Migraciones confirmó su salida del país, mientras que la propia Fujimori publicó en sus redes sociales imágenes de su visita a la Basílica de Nuestra Señora del Carmen, en la Ciudad de México. Aunque no se ha emitido una declaración oficial sobre los motivos del viaje, la coincidencia temporal ha generado diversas interpretaciones políticas.
Un viaje en el peor momento diplomático
La salida de Keiko Fujimori ocurre mientras el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú mantiene un conflicto abierto con el gobierno mexicano por el caso Betssy Chávez, quien permanece en la Embajada de México en Lima a la espera de un salvoconducto que le permita salir del país.
El Ejecutivo peruano, liderado por el presidente José Jerí, anunció que ha elevado una consulta formal ante la Organización de Estados Americanos (OEA) para definir los límites del asilo diplomático, alegando que no puede servir como refugio para personas procesadas por delitos comunes o de rebelión.
En ese contexto, el viaje de Fujimori —una de las principales figuras de la oposición parlamentaria— ha sido leído por varios analistas como un gesto simbólico en medio del debate sobre la soberanía y la justicia en el caso Chávez.
¿Qué dijo Keiko Fujimori sobre su viaje a México?
A través de su cuenta oficial en la red social X (antes Twitter), Keiko Fujimori compartió una fotografía en el santuario mexicano, acompañada de un mensaje religioso: “En oración por el Perú y por los tiempos difíciles que vivimos”.
El mensaje no hizo referencia explícita a la crisis diplomática ni a su posición frente al asilo de Betssy Chávez, pero el silencio de la lideresa ha sido interpretado con matices dentro y fuera de su partido.
¿Se trata de una visita personal o política?
Aunque Fujimori no ocupa actualmente ningún cargo público, su condición de candidata presidencial de Fuerza Popular para los comicios de 2026 convierte cualquier desplazamiento internacional en un hecho de interés político. La visita se produce, además, apenas días después de que su bancada en el Congreso apoyara la declaración de persona non grata contra la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum.
Congreso y Ejecutivo en rutas opuestas
Mientras tanto, el Congreso peruano y el Ejecutivo mantienen posturas abiertamente distintas sobre cómo responder al asilo de Betssy Chávez.
El Parlamento, dominado por las bancadas de derecha, ha pedido romper relaciones diplomáticas con México, argumentando que el gobierno de Sheinbaum estaría “protegiendo a una prófuga de la justicia”. En tanto, la Cancillería peruana optó por una vía institucional, solicitando la opinión consultiva de la OEA para no vulnerar los tratados internacionales suscritos por el Perú, especialmente la Convención de Caracas de 1954 sobre asilo diplomático.
“El Perú reafirma su respeto a los mecanismos multilaterales, pero no permitirá que el asilo se utilice para eludir responsabilidades judiciales”, señala parte del comunicado emitido por Torre Tagle.
Esta diferencia de estrategias ha generado una nueva fricción política interna, donde incluso se cuestiona la capacidad del Gobierno para mantener una línea de política exterior coherente frente a un Congreso cada vez más confrontacional.
México y el caso Betssy Chávez: una nueva grieta diplomática
El gobierno de México ha defendido públicamente su decisión de otorgar asilo a Betssy Chávez, argumentando que enfrenta “persecución política”. Sin embargo, la Fiscalía peruana mantiene una acusación formal por rebelión y conspiración, solicitando su prisión preventiva por el intento de golpe de Estado del 7 de diciembre de 2022.
El embajador mexicano en Lima, Pablo Monroy, fue convocado a la Cancillería para recibir una nota de protesta, y días después se confirmó que el Perú llamó en consulta a su embajador en Ciudad de México, Hugo de Zela, a la espera de una respuesta oficial del gobierno de Sheinbaum.
“México no está obligado a justificar su decisión de otorgar asilo, pero sí debe respetar el principio de no intervención en asuntos internos”, sostuvo un diplomático peruano consultado por Caretas.
La tensión ha escalado al punto de que la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso evalúa presentar una moción de censura contra el canciller, acusándolo de “debilidad diplomática” frente a México.
El simbolismo político del viaje
Para el analista internacional Luis Benavente, el viaje de Fujimori “tiene un fuerte componente simbólico, aunque ella lo niegue. Ir a México en este momento equivale a entrar al escenario diplomático con un mensaje implícito: el de quien se siente por encima de la coyuntura política”.
Otros observadores sostienen que el desplazamiento de la lideresa fujimorista puede tener fines religiosos o personales, pero no deja de impactar en un contexto de sensibilidad internacional, donde cualquier gesto puede interpretarse como un acto político.
El caso Betssy Chávez sigue en suspenso
Mientras tanto, la ex primera ministra continúa en la Embajada de México, donde solicitó asilo tras conocer que el Poder Judicial evaluaba revocar su comparecencia con restricciones y dictar prisión preventiva por presuntamente participar en el intento de golpe de Estado junto a Pedro Castillo.
El Gobierno peruano ha señalado que no emitirá el salvoconducto mientras no se aclare la situación jurídica de Chávez, postura que México considera contraria al derecho internacional humanitario.
El futuro de la ex primera ministra, así como el rumbo de las relaciones entre Lima y Ciudad de México, dependerán de lo que resuelva la OEA y del tono político que adopte el Congreso peruano en los próximos días.