Se puede decir que la victoria de Tony y Mimy Succar en los Grammy fue la cereza en el pastel de la música peruana. Tras una noche de ensueño en Los Ángeles, donde se alzaron con el premio a ‘Mejor Álbum Tropical Latino’ gracias a su Alma, Corazón y Salsa (Live at Gran Teatro Nacional), los hermanos Succar regresaron al país con los trofeos bajo el brazo, listos para recibir a una multitud que, aunque no estaba en la ceremonia, no quiso perderse su regreso.
El aeropuerto Jorge Chávez se convirtió en una fiesta espontánea, con seguidores de toda la ciudad esperando para darles una bienvenida digna de los verdaderos héroes musicales nacionales. Y no es para menos: un Grammy no es cualquier cosa, y en este país donde la música tropical de exportación muchas veces pasa desapercibida, ver a estos dos prodigios conseguirlo ha hecho que el orgullo nacional se infle, aunque por poco tiempo.
“Estos premios son súper importantes y van a seguir inspirando a más músicos peruanos”, comentó Tony Succar mientras intentaba mantener la calma entre abrazos y selfies. Pero claro, es difícil ser modesto cuando la tierra que te vio nacer te recibe con tal fervor. Y, por supuesto, ¿quién mejor que ellos para representar lo mejor de la música tropical peruana?
Tony y Mimy, que se dieron un tour por Miami tras la ceremonia –incluyendo un encuentro con los infaltables Gloria y Emilio Estefan–, no pudieron evitar sentirse en la cima del mundo. Pero su regreso a Lima, la ciudad que los vio crecer, es la parada final antes de que arranquen con una serie de shows en el Gran Teatro Nacional, de la mano de DEA Conciertos, para el 8, 9 y 10 de febrero. Y, claro, en un país donde las grandes producciones suelen ser sinónimo de “mejor si lo trae un extranjero”, ver que el show lo lideran estos artistas locales es, por lo menos, refrescante.
Pero el aplauso no es solo para Tony y Mimy. La verdadera pregunta aquí es: ¿realmente este reconocimiento será suficiente para que la industria musical peruana deje de quedarse en el molde? La historia nos ha enseñado que la gloria para artistas locales no siempre dura mucho en este país, donde las tendencias van y vienen más rápido que el último escándalo de la farándula. Sin embargo, por ahora, hay que celebrarlo. No todos los días un artista peruano alcanza las alturas que Tony Succar ha logrado como percusionista, compositor, arreglista y productor. Al fin, una muestra palpable de lo que puede hacer la música local en un escenario mundial.
Y si a todo esto le sumamos que Mimy Succar se llevó un segundo Grammy por su colaboración con Sheila E. y Gloria Estefan, pues claro, el espectáculo está asegurado. En una emotiva intervención, Mimy no pudo contener las lágrimas y dedicó su victoria a su padre y a su país. La emoción fue, por supuesto, contagiante, pero la pregunta queda flotando en el aire: ¿será este el empujón que la música peruana necesita para ocupar el lugar que le corresponde en el escenario global? O, como es tradición, ¿quedará este triunfo solo como un episodio aislado que será olvidado cuando el próximo escándalo de la política o el entretenimiento acapare los titulares?
Por ahora, los Succar disfrutan de la gloria y de los aplausos de su gente, con la promesa de seguir compartiendo su música en el escenario local. Pero, como siempre, habrá que esperar para ver si esta euforia no se disipa tan rápido como el viento limeño.