El amor ha dejado de ser lo que era. No es una declaración pesimista, sino un diagnóstico que desata debate. Si antes la pareja era para toda la vida, con la virginidad como requisito y el divorcio como escándalo, hoy los vínculos amorosos transitan por una lógica distinta. El matrimonio ya no es el destino inevitable, los romances son más efímeros y las segundas o terceras nupcias han perdido su estigma. “Estamos en un tránsito de una concepción tradicional del amor hacia una más fragmentada, moldeada por la autonomía individual y los cambios socioculturales”, explica el psicólogo social Jorge Yamamoto.
El fenómeno no es casual. Los avances en calidad de vida y la diversificación de los estilos de existencia han hecho que las relaciones sean más complejas. Ya no se nace y muere en el mismo entorno, la movilidad social ha aumentado y el acceso a nuevas experiencias también.
Según una encuesta de Ipsos de 2023, el 83% de los peruanos con pareja se siente amado en su relación, ubicando al país en el cuarto lugar entre 32 naciones evaluadas. El matrimonio formal ha mostrado una tendencia también interesante. En ese mismo año, se registraron 66,804 matrimonios en el Perú, una caída del 21.9% respecto al año anterior. Además, la edad promedio de los contrayentes aumentó, con 35 años para las novias y 38.1 para los novios.
El amor en la era de la inmediatez
Las aplicaciones de citas han redefinido la manera en que las personas se encuentran. Antes, las relaciones nacían en el barrio, en la universidad o en círculos cercanos. Hoy, basta un swipe para decidir si alguien merece la oportunidad de una conversación o algo más. Guiño, guiño.
Pero la rapidez tiene un precio: las conexiones humanas han adoptado lógicas de consumo. “Si no me gusta, lo descarto y paso al siguiente”, suele ser la idea de muchos. Este patrón refuerza la fugacidad de las relaciones y genera un nuevo problema: la crisis de la soledad. “Hay más opciones, pero también más insatisfacción. Se idealiza tanto el amor que cualquier defecto se convierte en motivo de ruptura”, explica.
Según datos de Statista, Badoo superó a Tinder en descargas, consolidándose como la aplicación de citas preferida entre los peruanos. Esto sugiere que, a diferencia de la tendencia global, los usuarios locales priorizan plataformas con enfoques más abiertos y menos segmentados en comparación con las aplicaciones más orientadas a relaciones casuales o formales.
Entre la euforia y el vacío
El amor no es ajeno a la química cerebral. Si la dopamina —asociada con la novedad y la excitación— predomina en la etapa inicial de las relaciones, la oxitocina es la que construye lazos más estables. “Hoy en día, muchas personas se quedan atrapadas en la fase de la dopamina, buscando constantemente la emoción del comienzo y evitando la estabilidad que da la oxitocina”, comenta Yamamoto. Pero esta búsqueda tiene un costo: el agotamiento emocional y la incapacidad de generar vínculos profundos.
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Este fenómeno se acentúa en las grandes ciudades, donde la sobreoferta de opciones y la presión por el éxito individual dejan poco espacio para la construcción de relaciones sólidas.
El mercado del amor
En paralelo, las relaciones han asumido un matiz materialista. “Lo que antes se basaba en la compatibilidad de valores y objetivos de vida, ahora está condicionado por la imagen y el estatus”, explica Yamamoto. Las redes sociales han exacerbado esta dinámica, generando estándares inalcanzables. “Las mujeres se ven presionadas por cánones estéticos irreales, mientras que los hombres sienten que su valor depende de su éxito financiero”, añade.
Las consecuencias son evidentes: mayor ansiedad, relaciones más frágiles y una sociedad donde el amor ha sido reducido a una transacción. Una por otra. Es así que las personas materialistas tienden a ser menos felices y a tener relaciones más inestables, porque ven el amor como un medio y no como un fin.
¿Y el poliamor?
El auge del poliamor no es una novedad histórica. “En muchas sociedades donde la mujer no dependía de un hombre proveedor, las relaciones eran más abiertas”, explica Yamamoto. Hoy, en un mundo donde la independencia económica es mayor y la fidelidad ya no es un requisito social, el modelo tradicional de pareja se ve desafiado. Hoy en día cada vez sorprende menos cuando sale alguien a contar que vive en una relación abierta y “sin ataduras” o incluso que tiene más de una “novia”.
Si bien esta apertura puede parecer una solución a la crisis del amor tradicional, también plantea nuevos dilemas. “Las relaciones múltiples requieren una madurez emocional que no siempre está presente. Además, la mayoría de las personas sigue deseando estabilidad, solo que ahora la buscan con más dudas y menos certezas”, agrega.
Amor por alquiler
El vacío que deja la dificultad de construir vínculos duraderos se refleja en fenómenos recientes, como el auge de los servicios de compañía sin implicaciones románticas ni sexuales. En Japón, por ejemplo, hay empresas que ofrecen ‘novios de alquiler’ solo para acompañar a alguien a eventos o pasear de la mano, una práctica que se ha extendido a otras partes del mundo y también un tema interesante para analizar en el futuro.
¿Hacia dónde vamos?
En tiempos donde hasta Barbie y Ken terminaron en terapia, ¿qué nos espera al resto? Lo mejor en estas fechas en las que se celebra el amor será salir con amigos, probar con alguien cercano para pasar el rato. Pero, por favor, nunca mandarle miles de dólares a un desconocido que se haga pasar por Brad Pitt.