CRÓNICA | Devoción Dua: Así fue el concierto de Dua Lipa en Lima

Por Marce Rosales | Con un arranque caótico y un final brillante, Dua Lipa entregó en San Marcos uno de los shows más intensos y pulidos de su gira Radical Optimism.

por marcerosalescordova@gmail.com
Dua Lipa

El show estaba programado para las 8:30, pero el retraso lo empujó hasta las 9:30. Antes de llegar a ese punto, la escena afuera era un pequeño laberinto con calles cerradas, gente dando vueltas por el perímetro inmenso de San Marcos y un aire de confusión que, sin llegar al caos, desorientaba a cualquiera ¿Por qué puerta entro? Algunos corrían sin saber si ese tramo los acercaba o alejaba. Otros retocaban sus outfits por última vez: brillantinas, los mejores looks posibles, incluso sombreros vaqueros rosados. Y, por supuesto, las camisetas de fútbol con temática del tour, un guiño directo a la afición futbolera que la propia Dua Lipa ha mostrado en redes.

El público era diverso. Hombres, mujeres de todas las edades, grupos de amigos, parejas, familias, niñas pequeñas con la ilusión de ver a su ídola. Todos avanzaban al ritmo de una ansiedad en buena onda, esa mezcla de emoción y fastidio que solo aparece cuando la espera se alarga más de lo previsto.

A las 9, la dinámica cambió. Algunos celebraban haber logrado entrar a tiempo; otros empezaban a impacientarse. Cuando las pantallas laterales proyectaron: “El concierto comenzará a las 9:30”, el alivio se sintió. Hubo aplausos. Por fin había una hora concreta y el hype creció.

Cuando llegó, el ambiente dio un giro total. Grandes olas se proyectaron en el escenario, la luz azul iluminó al público, y una breve cortina de humo preparó la entrada. Dua Lipa saltó al escenario para cantar Training Season, uno de los singles más potentes de Radical Optimism. Fue un golpe seco. El público quedó impactado con esa primera probada de lo que iba a vivir esa noche.

Le siguieron End of an Era, Break My Heart y One Kiss. Dua se veía imponente. No solo por su 1.73, sino por cómo baila, su hipnotizante mirada que dibuja un arco firme y un manejo escénico es excepcional. Su aura funciona como un campo magnético. Y su cuerpo de amazona brilló con cinco vestidos distintos a lo largo de la noche: negro, rojo, dorado… este último especialmente deslumbrante.

Tras el primer cambio, cantó Whatcha Doing y luego Levitating, una de las más coreadas de la noche. En ese punto bajó del escenario, saludó a sus fans, recibió peluches y tarjetas. Habló en español, idioma que lleva practicando un tiempo. “Gracias por su apoyo y por su amor. Muchas, muchas gracias”, dijo. La gente enloqueció. Y ella prometió volver pronto.

Después de These Walls, llegó uno de los momentos más comentados del tour: la canción local. Durante esta gira, Dua canta en cada país un tema característico del lugar que visita. Debería ser una sorpresa, pero horas antes se filtró en redes un video de ella practicando Cariñito. Cuando apareció con Mauricio Mesones para interpretarla, varios ya lo esperaban gracias a los ansiosos de redes sociales. Igual funcionó. Fue un gesto bonito. El público lo celebró sin volverse loco.

Dua Lipa interpetó Cariñito con Mauricio Mesones como parte de la dinámica que hace en todos los países que visita. Foto: Raúl Umeres

Siguió María y la gente entró en actitud. Otra vez, Dua mostró su lado más sexy, ese que activa el estadio sin necesidad de gritar.

Para el encore siguiente, los bailarines tomaron primero el escenario con la base de Physical, haciendo sudar a los asistentes en un intervalo que parecía un llamado al movimiento. Dua regresó con mucha más energía para dar.

Luego llegó Happy for You, con un final extendido y un solo de batería más enérgico que virtuoso. El estadio encendió sus flashes blancos mientras las tribunas respondían con luz roja: un mar rojo y blanco que se veía desde cualquier ángulo.

Después de Be The One, ella agradeció a Lima con un guiño. Se apagaron las luces. Y mucha gente creyó que el show había terminado. Empezaron a irse.

Pero faltaba lo mejor.

New Rules reactivó al público. Don’t Start Now —con ese groove de bajo impecable— fue uno de los picos más altos de toda la noche. Houdini cerró el concierto y, al final, se dibujaron fuegos artificiales cortos pero sorprendentes sobre el cielo limeño.

El espectáculo terminó. Afuera, la adrenalina tardaría unos minutos en bajar, acorde a lo difícil que es salir de una locación así. Pero el recuerdo ya está grabado en la memoria de largo plazo de los asistentes. Dua Lipa entregó un show poderoso, sexy, preciso, de casi dos horas, en un país al que prometió volver. Hay Dua para rato para una Lima que la quiere. Creo que con esa tranquilidad, Lima puede esperar un retorno no tan distante y Dua Lipa sabrá que sus fanáticos la estarán esperando con el cariñito que ya le mostraron este martes.

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