Las previsiones sobre el crecimiento de China vuelven a mostrar una fractura llamativa entre los grandes centros de análisis. No se trata de una simple diferencia de decimales, sino de lecturas opuestas sobre el rumbo de la segunda economía del mundo en un contexto marcado por tensiones comerciales, controles a las exportaciones, disrupciones de cadenas de suministro y una guerra tecnológica en cámara lenta.
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