Justo Carbajal: Petroperú y su pérdida de 355 millones de dólares

Las pérdidas de más de USD 355 millones al tercer trimestre de 2025 reflejan una crisis estructural: más de S/ 24 mil millones drenados desde 2013 ponen en duda la sostenibilidad del modelo.

por Justo Carbajal

Al tercer trimestre de este año Petroperú acumuló una pérdida de 355 millones de dólares. Así, vuelve a estar en el centro del debate. ¿Cuál es la respuesta de la institución por su ineficiencia? Se justifica en el “mal clima” que se ha generado alrededor de la institución.

Si bien los reportes financieros parecen lejanos, los efectos se sienten en la calle. En temas tan cotidianos como el costo del pasaje, el flete, en la canasta básica. En fin, en la vida diaria. Petroperú no está aislada del bolsillo de los ciudadanos.
Cada vez que pierde dinero, cada vez que requiere apoyo estatal, cada vez que su operación es menos eficiente, algo se mueve en la bomba. Y también los recursos que estaban destinados para otras cosas, inversión en infraestructura, por ejemplo, se siguen destinando en ese proyecto casi inútil.

Lo cierto es que la crisis nunca se pudo superar. El nuevo gobierno de José Jerí anunció un cambio total del directorio, habló de reorganización y de “autosostenibilidad”. Bajo esta medida José Manuel Rodríguez fue designado como nuevo gerente general el pasado 25 de octubre. Pero la crisis es más grande que un cambio de nombres.
Como se sabe, Petroperú opera más de 700 estaciones de servicio a nivel nacional. Y si bien se han venido ensayando algunas opciones para poder reestructurarla de manera efectiva, lo cierto es que no hay una sola fórmula que garantice su funcionamiento ideal.

¿OTRO SALVAVIDAS?

Con un nuevo gobierno, el debate ha dejado de ser administrativo: se ha convertido en un tema de sentido común. Las pérdidas por más de USD 355 millones al tercer trimestre de 2025 no son solo un número en un reporte. Son una señal de alerta que rebota en la calle. Y si se suma la cifra histórica de más de 24 mil millones de soles drenados desde 2013, la pregunta se impone: ¿hasta cuándo se puede sostener un modelo así o qué medidas se están tomando para revertir esta situación?

El exministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, ha sido directo. Ha hablado de errores estructurales, ha cuestionado la forma en que se ejecutó Talara y ha mencionado la posibilidad de abrir la empresa a capital privado. Tenemos que hacerle caso a personas que conocen del tema y busquemos una solución coherente. No puede ser posible que un negocio como el oro negro esté perdiendo millones de dólares, cuando en el mundo es el tipo de negocio más rentable que puede existir. ¿Qué está pasando? ¿Cómo así las pocas empresas privadas que operan en el país si ganan mucho dinero y Petroperú no? ¿Cómo se entiende eso?

José Jerí, desde el Ejecutivo, hizo lo suyo al remover al presidente Alejandro Narvaez. Está muy bien, pero esto no debe quedar en un simple cambio de cabeza. Tiene que traducirse en toma de decisiones. Como mínimo se debe gatillar por un lado la presentación de un plan de trabajo para el primer año, con indicadores (KPI) y objetivos claros. Por otro lado, esta entidad se debe reformar en toda la parte directiva y administrativa. No puede el país seguir tirando los recursos al rio cuando tenemos muchas necesidades que atender con ese mismo dinero.

EL CIUDADANO SIEMPRE PAGA

La macroeconomía y la vida diaria están unidas por el precio del combustible. No hay abstracciones posibles ni mayores tecnicismos. La cifra se siente en el bolsillo. Y aunque a veces las variaciones parecen pequeñas –cincuenta céntimos, un sol, un reajuste mínimo– el efecto se acumula. Y aún más en el sector transportes.

Cuando la empresa opera con pérdidas, los mecanismos de amortiguación pierden fuerza y los precios se vuelven más sensibles. Las variaciones internacionales del crudo golpean más rápido. La volatilidad llega con menos freno. No tener una petrolera sólida nos expone y debilita.

Lo complejo es que la gasolina no solo mueve autos, mueve cargamentos, mercados mayoristas, centros de distribución, plantas, flotas pesadas. La logística nacional –tan silenciosa, tan invisible para muchos– depende de un combustible estable para funcionar. La ineficiencia de Petroperú se traduce en un país más caro.

DESAPARICIÓN Y CONSECUENCIAS

Aunque está la posibilidad de que entre a Petroperú un socio privado con respaldo financiero suficiente que tenga capacidad de gestión sin interferencia política, la otra salida es simplemente su liquidación.

Prescindir de Petroperú ya se escucha en medios, consultoras y en estudios económicos. Si un actor tan relevante sale del tablero, el mercado tiende a reorganizarse en función de nuevos liderazgos. Las empresas privadas asumirían el suministro, pero lo harían con sus propios incentivos, no con los del Estado.

En el corto plazo habría volatilidad. Un vacío jamás se llena de manera suave. Los precios variarían y la incertidumbre sería inmediata. La idea de que “el mercado lo arreglará todo” es optimista, pero el mercado no se ordena por arte de magia. Tendrían que darse mecanismos estatales regulatorios firmes para que no se altere por completo el panorama.

Si Petroperú se reconvierte, los precios tenderían a estabilizarse. Si desaparece sin orden, los precios podrían dispararse. Si se mantiene igual, seguiremos en el mismo ciclo de pérdidas y ajustes. Si bien la medida se puede “patear” para el próximo gobierno, sería muy irresponsable dejar que las cosas sigan con esa inercia que se traduce en pérdidas millonarias, este gobierno tiene que dejarlo encaminado.

Es imposible que exista crecimiento económico sin condiciones. Y una de esas condiciones es la energía. Si el combustible es predecible, las empresas planifican. Si es estable, los costos logísticos se ordenan.

El último fin de semana el premier Ernesto Álvarez ha indicado que van a evaluar la venta y desactivación completa o la segmentación para poder venderla con un atractivo. Confesó que la decisión es drástica pero que se tienen que hacer sacrificios. La discusión no es ideológica. Se trata de si el modelo funciona o no. Se pone en juego la deuda de nuestras futuras generaciones.

El ingreso de un socio privado ya está previsto en la ley (hasta con un 49% de acciones) y podría ayudar a mejorar la gestión, amortiguando gastos y, sobre todo, aplicando una política de austeridad total garantizando un flujo de caja positivo. Son, en total, más de 24 mil millones desde 2013 hasta 2024 en pérdidas. ¿Cuánto hubiéramos avanzando como país con ese monto en otras inversiones?

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