Una dictadura sin dictador: causas y consecuencias de la crisis política actual del Perú.

Tres personalidades mundiales conocedoras de la realidad peruana han coincidido recientemente en manifestarse sobre las causas y consecuencias de la crisis política actual del Perú. Presentamos sus posiciones como observadores externos de nuestra realidad, para que usted mismo saque sus conclusiones.

por editorweb@caretas.com.pe

Por: EDUARDO BRUCE MONTES DE OCA*

Will Freeman es investigador especializado en América Latina en el Council on Foreign Relations (CFR), uno de los centros de pensamiento más influyentes de Estados Unidos. Politólogo formado en Harvard y Princeton, ha dedicado buena parte de su trabajo académico y periodístico al estudio de la crisis democrática y la corrupción institucional en el Perú, país que conoce de cerca y sobre el cual ha publicado múltiples análisis en medios internacionales como The New York Times y Foreign Affairs.

Will Freeman ha publicado en el NYT una columna que plantea que el Perú vive una forma de “dictadura sin dictador”. No nos gobierna un mandamás como es en las dictaduras autocráticas clásicas. Sin embargo, las libertades básicas de la población se están erosionando poco a poco. Este fenómeno se da por los poderes paralelos; un entramado de intereses y actores que han capturado al Estado.

La figura presidencial se ha vuelto casi irrelevante. El jefe de Estado gobierna solo en el papel, mientras el poder real reside en una coalición difusa de operadores políticos que mandan desde las sombras, sin asumir responsabilidad pública por sus actos.

De este modo, el Estado no puede –o no quiere– frenar a los poderes fácticos depredadores: narcotraficantes, mineros ilegales, redes de corrupción, mafias que lucran con los servicios públicos y partidos políticos convertidos en meras plataformas para gestionar intereses privados. En consecuencia, gran parte del Congreso actúa en función de esos mismos intereses ilícitos, blindando privilegios y debilitando la institucionalidad. Buscando conservar una mínima aceptación ciudadana, el Parlamento ha promovido y aprobado iniciativas populistas y antitécnicas que han perforado el modelo económico que durante años sostuvo la estabilidad del país. Estas decisiones han generado enormes sobrecostos para el erario nacional y han comprometido los avances logrados en materia fiscal y de crecimiento.

Michael Reid es periodista, analista político y escritor británico especializado en América Latina, con una trayectoria de más de tres décadas siguiendo de cerca la realidad del Perú. Fue editor para las Américas de The Economist y corresponsal en Lima durante varios años. Es autor de libros de referencia como El continente olvidado y Peru: Paths to Prosperity, donde analiza los desafíos institucionales, la desigualdad y el desarrollo del país. Reid es reconocido por su mirada crítica pero equilibrada del Perú

Según Michael Reid, la situación del Perú refleja el retrato de un país atrapado en un círculo vicioso: inseguridad ciudadana, hegemonía de poderes fácticos ilegales, instituciones débiles, corrupción endémica, política fragmentada y una ciudadanía que se siente sola frente al Estado. La crisis actual, más que un episodio aislado, es el síntoma visible de un desgaste profundo en los cimientos mismos de la democracia peruana.

El sistema de justicia, la Policía y el propio Congreso registran niveles mínimos de aprobación y son percibidos por la mayoría de ciudadanos como corruptos e ineficaces. Así, las instituciones que deberían sostener la democracia se han convertido, en muchos casos, en parte del problema.

A ello se suma una fragmentación política extrema: el Congreso está formado por una multitud de partidos sin cohesión ni ideología definida. Esta dispersión impide construir coaliciones estables de gobierno y fomenta una política de corto plazo, basada en el intercambio de favores y alianzas oportunistas entre el Ejecutivo y el Legislativo. En lugar de políticas de Estado, predominan los pactos de conveniencia.

Reid señala además que el núcleo de la crisis es la corrupción sistémica. En las últimas décadas, prácticamente todos los presidentes del país –junto con buena parte del Congreso– han estado involucrados en escándalos. Esta corrupción estructural impide que el Estado cumpla sus funciones más básicas: garantizar seguridad, educación y salud de calidad. La ciudadanía percibe un aparato estatal capturado por intereses particulares, donde la impunidad se ha normalizado.

Finalmente, Reid subraya el profundo divorcio entre las élites y la ciudadanía. Existe una brecha creciente entre la clase política –tanto en Lima como en las regiones– y las necesidades reales de la población. Los peruanos se sienten abandonados por un sistema que no los protege, no los representa y no les ofrece oportunidades de progreso, alimentando la desconfianza y el desencanto con la democracia.

James A. Robinson es un economista y politólogo británico-estadounidense, galardonado con el Premio Nobel de Economía en 2024. Es mundialmente conocido por ser el coautor (junto a Daron Acemoglu) del influyente libro “¿Por qué fracasan los países?” (2012). Su tesis central es que la prosperidad o el fracaso de las naciones no depende de la geografía, la cultura o los recursos naturales, sino de la calidad de sus instituciones políticas y económicas. Sostiene que las “instituciones inclusivas” llevan al éxito, mientras que las “instituciones extractivas” llevan al fracaso.

En 2024, durante una visita al Perú, Robinson se había mostrado más optimista. Entonces afirmaba que, pese a la inestabilidad política, el país mantenía una notable capacidad de resiliencia, con una sociedad y una economía que “seguían adelante” a pesar del caos. Sin embargo, en su diagnóstico más reciente, el tono cambió drásticamente. Señaló que la aparente fortaleza que ofrece la estabilidad económica no puede ocultar la fragilidad institucional del país, una debilidad que tiene consecuencias muy concretas y dolorosas para la gente común.

Así, Robinson pasó de admirar la capacidad del Perú para avanzar pese al desorden político, a advertir que esa resistencia no es signo de fortaleza, sino el reflejo de un sistema que se ha acostumbrado a sobrevivir sin instituciones sólidas ni políticas públicas efectivas. Según él, la raíz del fracaso del país no está en su geografía, su cultura ni en la falta de recursos naturales, sino en la debilidad de sus instituciones. La inestabilidad política y la ausencia de prosperidad sostenida tienen su origen en un Estado que no ha logrado construir reglas claras, predecibles y justas para todos.

El economista fue categórico al recordar que los recursos naturales por sí solos no garantizan el desarrollo. Como afirmó: “Todo el oro y cobre del Perú no generarán verdadera prosperidad sin mejoras institucionales que aseguren que esos beneficios se traduzcan en bienestar colectivo.”

Conclusión

La mirada lúcida de estos tres especialistas extranjeros –Will Freeman, Michael Reid y James Robinson– converge en un mismo diagnóstico: el Perú enfrenta una crisis estructural que trasciende gobiernos y coyunturas. Sus observaciones, hechas desde fuera, pero con profundo conocimiento del país, nos devuelven un espejo incómodo pero necesario.
Ya conocemos nuestros problemas. Ahora toca enfrentarlos y superarlos. Más aún en este contexto preelectoral, cuando el país necesita recuperar la confianza y reconstruir su institucionalidad.

Es momento de pasar del diagnóstico a la acción. Manos a la obra.


(*) El autor representa la Movement Health Foundation en el Perú

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