Nuevo régimen: Jerí visita las cárceles

A José Jerí le ha tocado presidir un país exhausto. Su llegada al poder tras la vacancia de Dina Boluarte coincidió con una ciudadanía incrédula, que según IEP aprueba la salida de la expresidenta en 81 % pero solo con un 37 % que considera que Jerí debe presidir el gobierno hasta julio de 2026 (¿más cambios de presidente?). Con Ipsos le va mejor y registra un 45 % de imagen positiva, porcentaje inédito para su predecesora. El fuerte rechazo a Boluarte se suma a la presión creciente por la seguridad ciudadana que Jerí ha sabido leer. Fuentes de CARETAS señalan que Jerí busca proyectarse como el “anti-Boluarte”: donde ella mostró testarudez y aislamiento, él pretende apertura y comunicación. Su apuesta central pasa por la seguridad ciudadana, tema que domina la agenda pública, y por un Estado de Emergencia enfocado en el control de los penales, eje que también abordamos en esta edición. Ese doble eje –rechazo a Dina, demanda de seguridad– le ganó la mano al impulso de la indignación anti Congreso que salió a la calle en la marcha que dejó un fallecido. Políticamente, Jerí –vinculado al partido Somos Perú–entra en una coyuntura compleja. El partido anuncia a George Forsyth como su candidato presidencial y Patricia Lí le da la bienvenida a Susy Díaz como carta al Senado, nada menos, y cuenta con Carlos Bruce como figura fuerte para la alcaldía de Lima. Un tablero inesperado, donde el joven presidente se convierte en pieza clave del nuevo equilibrio político. Si bien el nuevo alcalde de Lima, Renzo Reggiardo, aparece cercano al mandatario, ha rechazado la medida del toque de queda, lo que deja clara una limitación para las respuestas de seguridad más radicales. En resumen: Jerí arranca oficialmente con un respaldo mayoritario, pero con una legitimidad aún por consolidar. Su desafío no es solo mantener la aprobación, sino convertirla en impulso político efectivo –y rápido– en un escenario que demanda resultados.