“Hasta que una tarde se calmó, ya no tengo con qué llorármelas a mis guaguas desdichadas, ya no hay llanto en mi cuerpo ya, se acabó, así nomás me las voy a pensármelas a mi K’antu y mi Michiq, sin ruido, con mi cara seca y mis ojos desiertos”. Lo primero que atrapa en la novela, de inmediato, es la propuesta en el lenguaje y el ritmo en los diálogos, donde Ruiz Rosas logra una síntesis singular que recoge la ternura, la intensidad y el amor de las mujeres andinas hacia sus madres, sus hijos y su comunidad. Una más que convincente y poderosa captura de la oralidad andina en el papel. Coreografía para Trenzas Solas (Tusquets 2025) es un verdadero acontecimiento. Tal como señala su contra carátula, se trata de “una novela única y poderosa: una narración en la que la Independencia del Perú –sus guerras y batallas– transcurre por debajo, casi en silencio, mientras en la superficie laten las historias privadas de las mujeres de la guerra. Ellas, con sus dolores y pérdidas, pero también con sus cantos, su belleza y su decir, constituyen el verdadero centro de la obra”. La novela ilumina, con un registro poético y coral, ese otro relato de la Independencia: el que no quedó en los partes militares, sino en la memoria femenina que resistió y dio sentido a la historia. “El contexto histórico va desde la inmolación de Mariano Melgar y las heroínas emblemáticas, pasando por los esfuerzos unificadores del Libertador, hasta desembocar en un combate más íntimo y radical: la emancipación femenina”. No es hipérbole el comentario de Bruno Polack, quien considera que la obra “la reafirma como la novelista más importante de nuestro país”.
Suscríbase al contenido
Esto es material premium. Suscríbete para leer el artículo completo.