El Perú llega a PERUMIN 37 en un momento particularmente complejo: un año preelectoral, marcado por la fragilidad institucional, la inseguridad ciudadana y el avance del crimen organizado que se infiltra en la minería ilegal. Frente a este panorama, la convención minera más importante de Latinoamérica –y la segunda del mundo después de la canadiense– se convierte en un escenario clave no solo para el debate técnico, sino también para la discusión del rumbo económico y político del país.
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