En la calle Jerusalén 403, a unas cuadras del convento de Santa Catalina y del centro arequipeño, Qasa Hotel Arequipa se presenta como un espacio que no olvida lo que fue. En el pasado, este edificio fue una emisora de radio, y quizás por eso aún conserva ese eco de voces que no se han ido del todo. No es casual que una de sus habitaciones esté dedicada especialmente a la música: allí descansan guitarras, discos, tocadiscos y una atmósfera que no se imposta. Es un homenaje silencioso a quienes hacen de la música una forma de habitar el mundo.
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