El amanecer político de Alberto Fujimori fue tan insólito como desconcertante. En junio de 1990, el ingeniero agrónomo, rector universitario y candidato outsider que había derrotado a Mario Vargas Llosa con un 56 % de votos, llegaba a Palacio de Gobierno sin equipo consolidado, sin partido orgánico y con una promesa que repetiría hasta el cansancio: “No habrá shock económico”.
Suscríbase al contenido
Esto es material premium. Suscríbete para leer el artículo completo.