Andrea Llosa: Manual de Imperfecciones

En su debut editorial, Andrea Llosa cuenta sin filtros lo que ha vivido y aprendido. Infidelidades, culpas, tropiezos y cambios que le sirvieron para escribir una guía directa y sin adornos sobre cómo dejar de sostener lo que ya no tiene arreglo.

por editorweb@caretas.com.pe

ANDREA Llosa no ofrece redenciones fáciles ni moralejas de calendario. Manual para decir ¡Nunca más! llega como un artefacto híbrido: memoria a quemarropa y caja de herramientas para que la vida deje de doler en el mismo sitio. La periodista que convirtió la pantalla en un último recurso para quienes no fueron escucha – das por nadie, ahora se desarma en papel. Narra episodios de su vida como cuando la atacaron a pedradas de niña – “ahora en – tiendo por qué siempre estoy lu – chando por demostrar que somos iguales”–, su paso fugaz por Miss Perú, dependencias emocionales, infidelidades en ambas direccio – nes, vivir con TDAH y el suicidio de una expareja.

ENTRE LA PANTALLA Y EL PAPEL

El impulso fue antiguo. En un cajón dormían textos sobre rela – ciones tóxicas escritos cinco años atrás. “Quería hacer un libro, pero lo dejé ahí, postergándolo”, recuerda. Sin embargo, fue Pablo de Vinatea, su novio, quien la empujó a volver a la mesa de tra – bajo: “Me dijo, oye, ¿y por qué no lo escribes?”. Durante la pande – mia, Llosa estudió coaching y empezó a dar conferencias sobre autoestima y límites. Ese mismo impulso la llevó a fundar, junto a un equipo de psicoterapeutas, La Casa del Amor, un centro de salud mental que atiende casos de depresión, ansiedad y trastornos de conducta.

EL PRECIO DE CONTAR LA VERDAD

De esa mezcla surgió la estructura del libro. No sermonea ni “escuelea”, porque prefiere “acercarte desde tus errores”. No obstante, admite que hay páginas que la inquietan: “Uno de mis grandes temores es que mis papás lo lean. No se los voy a regalar”. En ellas se revelan pormenores de su vida matrimonial antes del divorcio. “No sé si hice bien o mal, pero todo lo que digo es verdad”, afirma. Se muestran varias Andreas. Desde la niña que aprende que hay piedras que no apuntan al suelo; la joven que cree que “el amor todo lo justifica” y se vuelve territorio en disputa; la conductora que, en vivo, dice: “Me divorcié” y recibe mensajes de desconocidas agradeciendo la osadía, así como otras criticándola por no aguantar. Lo cierto es que la idea más difícil es conocerse. “Nadie se pone a pensar quién eres y con los ojos de quién te miras”, reflexiona. Nombrar los juicios que se cargan como si fueran verdades, hacer cuentas: qué se quiere, qué no, con qué recursos. Por eso insiste: “El día que tú ganes tu plata, nadie te va a joder”.

DINAMITAR EL MOLDE

La cultura peruana, señala, empuja a la mujer a ser madre antes que persona. “Tienes que aguantar todo por ser más madre que mujer”, repite. El libro dinamita ese orden. “Puedes ser mujer y madre a la vez”, escribe y dice. También discute la competencia permanente entre mujeres –la esposa contra la amante, la madre contra la hija– como si la felicidad fuera un trofeo. Allí aparece el corazón práctico del manual: dejar de sostener lo que se cae, elegir sin administración de culpas, aceptar que a veces la relación fracasa y no la persona. Desde ese lugar, la autora se ríe del ridículo propio: “Pude terminar muerta” –dice sobre irse a vivir con un hombre a pocos días de conocerlo–, aguantar lo que hoy no aguantaría, confundir intensidad con amor. “La vergüenza también educa”, afirma.

La televisión no desaparece del libro, pero no es protagonista. Andrea lleva catorce años recibiendo casos que ya dieron vueltas por comisarías y fiscalías sin respuesta. “Los casos llegan cuando todo lo demás falló”, explica. Ahí la cámara opera como linterna y, a veces, como aviso de captura. Tres agresores están presos gracias a historias visibilizadas en su set: un secuestrador que pateó la vagina de su pareja; un hombre que vulneró medidas de protección y fue confrontado al aire; otro que, amparado por su entorno, creyó que la impunidad era costumbre. “No buscamos casos, las mujeres llegan porque es el último grito de ayuda”, subraya.del libro, pero no es protagonista. Andrea lleva catorce años recibiendo casos que ya dieron vueltas por comisarías y fiscalías sin respuesta. “Los casos llegan cuando todo lo demás falló”, explica. Ahí la cámara opera como linterna y, a veces, como aviso de captura. Tres agresores están presos gracias a historias visibilizadas en su set: un secuestrador que pateó la vagina de su pareja; un hombre que vulneró medidas de protección y fue confrontado al aire; otro que, amparado por su entorno, creyó que la impunidad era costumbre. “No buscamos casos, las mujeres llegan porque es el último grito de ayuda”, subraya.

En esa cartografía del dolor, Llosa ha detectado un sedimento religioso que endurece la violencia: doctrinas que legitiman la obediencia ciega, comunidades donde la mujer lava, cría, calla y agradece. “Hay mujeres que creen que su deber es lavarle la ropa al hombre. Es un lavado de cerebro fuerte”, advierte. Evangelismos rígidos, sectas aisladas y el miedo a salir del ciclo de violencia forman parte del contexto que describe. Afuera del set y del papel, Andrea conserva la misma cercanía. En la entrevista, dos admiradoras la esperaron en la vereda y ella salió de inmediato, celular en mano, risa fácil. También se rió – con ganas– cuando se le preguntó por el video viral de su discusión callejera: “Puta, esa huevada… No me molesta tanto el video, sino el corte que tenía”, bromea, antes de mostrar una parodia en TikTok donde recicla el audio en clave navideña.

UN ‘NUNCA MÁS’ EN PRESENTE

El cierre no promete milagros. “No te digo que va a ser fácil, pero sí que se puede salir”, resume. Ponerse en primer lugar sin pedir disculpas. Reconocer que el miedo a “fracasar” en el mandato familiar pesa, pero no debe gobernar. Entender que priorizarse no es abandono de los hijos ni renuncia a la familia, sino la condición para que todo lo demás valga la pena. Y asumir que la vida –con TDAH, con tropiezos, con decisiones que hoy harían sonrojar– puede escribirse de nuevo si hay voluntad, red de apoyo y un presupuesto, por pequeño que sea, que no dependa de nadie.

El libro se presentó en la FIL Lima 2025, en el auditorio César Vallejo, con Pamela Vértiz y Fernando Díaz acompañando la escena. Hubo firmas, fotos, abrazos y la sensación de que muchas mujeres llegaban buscando permiso para empezar. “No necesitas que te lo den”, recuerda la autora. En la última página, el guiño es sencillo: cada “nunca más” es personal y negociable, pero el primer trazo se parece a una frontera. Del otro lado, la vida sigue –menos perfecta, más propia– y eso, en tiempos que glorifican la pose, ya es un primer paso. (Marce Rosales).

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