En una escena que parece cuidadosamente coreografiada por el destino, una joven limeña de modales suaves y convicciones fuertes se pregunta, en silencio, qué huella dejaría en el mundo si muriera hoy. Tenía poco más de dieciocho años y un derrame cerebral acababa de interrumpir su vida con una brutalidad inesperada. En Florencia, lejos de casa, se despertó sin cabello, con la visión deshecha y con una madre colapsada al pie de la cama. “¿Qué sentido tendría este desafío si no lo uso para hacer algo más grande?”, se preguntó entonces. Años después, la respuesta se ha convertido en su propósito.
María Gracia Pallete es una coach de mentalidad y negocios, pero también una tejedora de creencias, una estratega del equilibrio y una mujer que ha hecho de la coherencia su capital más valioso. Acompaña a otras mujeres a escalar sin desgastarse, a priorizarse sin culpa, a ganar más optimizando su tiempo laboral.
Criada en una familia de mujeres fuertes que lo sacrificaron todo –sueños, cuerpos, libertad– por amor a los demás, María Gracia juró no replicar ese patrón. “Yo quería ser la que rompiera el molde, la que se pone primero”, dice. Estudió moda en Italia, fundó una marca exitosa, y sin embargo, algo en su interior se vaciaba al mismo ritmo que llenaba vitrinas. Vendió su última colección, lo dejó todo y con una convicción impulsiva se fue a inicios de 2020 a la India. En 2015, ya había estado en Tailandia para aprender yoga, muay thai y meditación. Su brújula está en el corazón, pero también lleva mapa.
Antes de eso, sin embargo, había atravesado un proceso de sanación que desafiaba la explicación médica: recuperó la visión gracias a la meditación. Inspirada por la historia de Joe Dispenza, comenzó a practicarla diariamente durante su convalecencia. Poco a poco, los contornos borrosos del mundo volvieron a definirse. Hoy ve perfectamente, sin necesidad siquiera de lentes. Fue el primer indicio, dice, de que la mente puede transformar la realidad.
El sistema que ha construido no tiene nada de improvisado. Parte de la mentalidad, aterriza en la estrategia, y se eleva en un modelo de negocio en donde cada capa ofrece una experiencia distinta: desde sesiones uno a uno hasta productos digitales accesibles. No hay fórmulas vacías, hay caminos replicables. “No puedes seguir vendiendo tiempo por dinero si quieres libertad”, resume.
El trasfondo, sin embargo, es más profundo. Habla de heridas de abandono, de creencias limitantes heredadas, de fidelidades invisibles que sabotean nuestros planes sin que lo notemos. “Si mi papá fracasó en un negocio, yo puedo cargar con el miedo a intentarlo”, explica. Y así, entre constelaciones familiares, coaching ontológico y una batería de herramientas terapéuticas, va liberando a otras mujeres de cadenas que nunca eligieron.
En plena pandemia, mientras el mundo se recogía en la ansiedad, María Gracia ofrecía sesiones gratuitas de yoga y meditación por Instagram. No lo hacía por marketing. Lo hacía porque había algo innegociable en su camino: sanar. Sanar el cuerpo, sanar el sistema, sanar la relación con el dinero y con el éxito. “Me apasiona ver mujeres que no tienen que dejar a sus hijos con una nana por necesidad”, afirma. Su norte está claro: crear abundancia sin sacrificio.
Hoy, como madre y mentora, ha perfeccionado el arte de la presencia. Sus días empiezan a las seis de la mañana, entre caminatas, perros y desayunos lentos. Trabaja pocas horas diarias, pero su impacto se multiplica. Enseña a otras a hacer lo mismo: soltar el modelo agotador, abrazar la intuición, poner estructura a los sueños.
Sus próximos proyectos incluyen una nueva edición de su mentoría grupal, un retiro para mujeres en Cusco y –en primicia– el inicio de conferencias abiertas sobre mentalidad y abundancia. “El problema nunca es la idea, es la mentalidad con la que la ejecutas”, advierte. María Gracia no predica lo imposible. Solo recuerda que el éxito –el real, el que no asfixia ni hiere– nace cuando el hacer y el sentir se reconcilian. “Si los próximos 300 días de tu vida fueran iguales a ayer, ¿estarías más cerca o más lejos de tus sueños?”, pregunta al final de la entrevista. Su voz suave y su sonrisa, la dibujan como alguien que ya conoce la respuesta.