Apenas unas decenas de manifestantes se congregaban frente al edificio federal en el centro de Los Ángeles cuando la Casa Blanca ordenó el despliegue de 4000 efectivos entre Marines y la Guardia Nacional. En cuestión de horas, la protesta contra las redadas migratorias se transformó en un símbolo más amplio de resistencia al giro autoritario de Donald Trump. Las imágenes de militares patrullando una ciudad que ya vivió los estragos de la militarización durante las protestas del Black Lives Matter en 2020 evocaron un déjà vu inquietante.
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