El reciente viaje de la presidenta Dina Boluarte a Quito para participar en la ceremonia de posesión de mando del reelecto mandatario ecuatoriano Daniel Noboa Azín, debería ser una oportunidad para fortalecer las relaciones peruano ecuatorianas en temas referidos a actividades de desarrollo y la lucha contra los males que afectan a ambas sociedades.
A pesar de los reclamos hechos por diversos congresistas por este viaje, lo cierto es que la institución de la presidencia es más que necesaria en el país vecino, pues es el jefe del Estado el que personifica la nación, lo que nos ayuda a comprender su peso y figura en una forma constitucional de gobierno.
Es con el Ecuador con quien no solo compartimos una frontera de más de 1529 km2, que va desde la costa del Pacífico hasta las selvas de la Amazonía, sino también un conjunto de problemas y desafíos que requieren ser atendidos de manera conjunta para poder resolverlos. Así, temas como la presencia de la minería ilegal, la contaminación ambiental de ríos y bosques, la migración ilegal y la trata de personas, el tráfico de armas o el contrabando de minerales e hidrocarburos, solo pueden ser debidamente enfrentados mediante la cooperación integral entre ambos Estados y sus fuerzas del orden, que impidan a los grupos criminales aprovechar el tema fronterizo para la impunidad de sus acciones.
Por otro lado, el desarrollo económico y social de los pueblos de fronteras también es una necesidad y urgencia impostergable para nuestro país, los que claman desde hace años mayor atención por parte del Estado. Para ello, las conversaciones entre nuestra Presidenta y el Presidente Noboa deben apuntar a fortalecer los diversos mecanismos bilaterales de cooperación para el desarrollo que ya existen entre nuestros países, como la Comisión de Vecindad Peruana-Ecuatoriana, establecida en el marco de los Acuerdos de Paz de 1998 para fomentar, apoyar y coordinar programas, proyectos y actividades de interés común; la Comisión Mixta Permanente de Fronteras Ecuador-Perú (COMPEFEP); la Comisión Binacional Perú Ecuador (CLCDAP); la Comisión para la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos de las 9 Cuencas Transfronterizas entre Ecuador y Perú, y sobre todo el Plan Binacional de Desarrollo de la Región Fronteriza Perú-Ecuador, a cargo de diversos proyectos y programas que permitan integrar económicamente la región fronteriza y acelerar su desarrollo productivo y social.
Mención aparte merece la extraordinaria labor que viene realizando la Marina de Guerra del Perú, a través de su Comandancia General de Operaciones de la Amazonía (COMOPERAMA), a cargo del Vicealmirante MGP Gian Marco Chiapperini Faverio, para mantener la seguridad y defensa de nuestras fronteras amazónicas, especialmente en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo en la Triple Frontera, promoviendo patrullajes fluviales y operaciones conjuntas con las Armadas colombiana y brasileña, como el ejercicio multinacional BRA-COL-PER de 2024 en la zona del Putumayo; así como, la de ejercer un rol trascendental para promover el desarrollo de los pueblos que se ubican en estas zonas alejadas del país, tanto a través de acciones cívicas como de programas más integrales, incluyendo el Programa Nacional “Plataformas de Acción para la Inclusión Social” (PIAS), donde los buques de nuestra Marina de Guerra llevan diversos servicios prestando un decidido apoyo.
Todas estas acciones son prácticamente desconocidas en la capital, pero son de gran importancia para aquellas localidades ubicadas a lo largo de nuestra frontera norte, donde muchas veces los ciudadanos reclaman por una mejora de sus condiciones de vida, al contrastarlas con aquellas que existen al otro lado de la línea.
El trauma que alguna vez pudo dejar la Guerra del Cenepa ha sido superado actualmente por la convicción de que solo una fuerte cooperación bilateral podrá lograr que nuestros países avancen hacia un desarrollo económico y social más sostenido y sostenible, así como superar de manera conjunta los problemas generados por la criminalidad organizada trasnacional en nuestras sociedades. Ello requiere de conversaciones al más alto nivel que no pueden ser dejadas al azar.
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