La puerta de su casa en Chorrillos se abre y lo primero que se ve es una guitarra apoyada sobre la pared. Pablo Villanueva Branda –el inconfundible ‘Melcochita’– nos recibe en su sala rodeado de fotos con personajes icónicos, distinciones, trofeos y recuerdos de giras por el mundo. Tiene 88 años, usa audífonos para oír mejor, se pinta las canas para mantener su característico aspecto, pero se mantiene erguido, lúcido y mordaz. Acaba de lanzar El Sonero Llegó, un álbum de 12 canciones donde versiona clásicos de la salsa, no como homenaje nostálgico, sino como reafirmación artística. “Yo no hago covers, hago versiones superiores”, dice con orgullo.
Suscríbase al contenido
Esto es material premium. Suscríbete para leer el artículo completo.