Hubo una época en la que Adammo fue sinónimo de euforia adolescente: premios MTV, teloneos internacionales y un fandom que gritaba al ritmo de un pop rock inusualmente limpio para la escena peruana. Luego, silencio. Separación. Y en el medio, el paso del tiempo, que en este caso llegó con hijos, mudanzas, trabajos estables y un inesperado reencuentro de WhatsApp.
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