Túneles: Reducción de Costos Logísticos y Proyectos en Camino

La clave estará en integrar los túneles dentro de un sistema logístico moderno y multifacético.

por asistentemk

Escribe: JUSTO CARBAJAL AGUIRRE

A LO largo de este año se ha hablado muchísimo de proyectos. Algunos ya concluidos y otros en etapa final, tras larga espera. Sin embargo, resulta urgente discutir sobre las particularidades de un tipo de construcción con alta complejidad pero que desarrolla enormemente la calidad de vida de los peruanos y, desde luego, de las empresas: los túneles.

El Perú padece de un sistema de transportes ineficiente y caótico. Lo que, a su vez, ha venido imposibilitando el desarrollo de un sistema logístico adecuado. Así, se ha difundido la idea de que la construcción de túneles sería una solución rápida y práctica. ¿Lo es?

Los túneles ayudarían, dado que la geografía peruana es muy desafiante. Es una medida práctica que hace frente a la topografía montañosa que nos caracteriza. Esta dificultad ha sido históricamente un obstáculo para el transporte terrestre de bienes, lo que ha encarecido los costos logísticos de manera significativa. Esto a su vez hace que el costo de los productos suba y, lo que es más grave, perdemos competitividad frente a los países de la región. Según apunta la Cámara de Comercio de Lima, el costo del transporte en Perú representa alrededor del 25 % del costo total de los productos.

El transporte por carretera sigue siendo el método principal para movilizar productos, a pesar de la enorme dificultad que implica navegar por caminos sinuosos, empinados y de acceso limitado. El Perú depende en gran medida de la minería, la agricultura y las exportaciones pesqueras. Es por ello que necesita una infraestructura realmente eficiente que permita una circulación más fluida de mercancías.

Empecemos analizando los proyectos “emblema”. El túnel del Cusco (que se convertiría en una ruta alterna para llegar a Machu Picchu) recorrerá varios distritos como Santa Teresa, Santa María y la provincia de La Convención. La obra tendrá 1775 metros de longitud, con accesos que suman más de dos kilómetros. Su impacto principalmente se centrará en el comercio y en el turismo. Pero actualmente el proyecto está en manos de una empresa china y representa un avance del 64 %. Es decir, queda un largo camino por recorrer, a pesar de que –según cifras del MTC– beneficiará a un promedio de 19 mil habitantes de la región.

En este contexto, la obra contribuye enormemente. ¿Por qué? Permitirá la eliminación de barreras naturales, reducir distancias, y sobre todo, acelerar los tiempos de tránsito de los cusqueños, todo lo cual impactaría positivamente en los costos de transporte.

La Carretera Central es otra gran obra que espera el país. Según el proyecto, tendrá varios túneles y viaductos elevados y, si sale como es prometido, conectará la costa y el centro del país en solo dos horas y media. Este proyecto podría reducir los costos de transporte lo que, a su vez, permitiría una distribución más ágil de productos agrícolas y minerales. En octubre, el ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez Reyes, anunció que ya se está dando la fase de licitación de la obra en sí.

La nueva carretera central será conocida como “la autopista de montaña”. Provías Nacional –entidad desprestigiada por sus denuncias en actos de corrupción– es la encargada de ejecutar el proyecto. Se ha anunciado, de momento, que la obra estaría a cargo de muchas empresas porque es extensa. Recorrerá así las provincias de Lima, Huarochirí y Yauli (Lima y Junín). Además de túneles tendrá viaductos, puentes y muros de contención. En la actualidad se viene elaborando el estudio definitivo de ingeniería de la obra. Sin duda, genera expectativa, pero no hay fecha de entrega sino hasta después de 2031 (en el mejor de los casos).

Varios otros proyectos de túneles se encuentran en ejecución o planificación en el Perú, algunos de los cuales se presentan como la clave para desbloquear las grandes limitaciones logísticas del país.

Por ejemplo, el túnel de Chinchero, en Cusco. La obra es parte del proyecto del Aeropuerto Internacional de Chinchero y busca conectar la ciudad de Cusco con la zona del Valle Sagrado de los Incas. Con una longitud proyectada de 3.6 kilómetros, este túnel pretende reducir el tiempo de viaje entre Cusco y el Aeropuerto de Chinchero, uno de los proyectos más ambiciosos en términos de infraestructura para el turismo y, desde luego, para el transporte en la región.

También se tiene presente el túnel de la Línea 2 del Metro de Lima. Aunque no es propiamente un túnel logístico tradicional –que atravesará la ciudad por debajo del distrito de Callao– es un proyecto relevante que puede aliviar la congestión de tráfico en la capital y, por ende, contribuir a la eficiencia logística en el transporte urbano de mercancías.

¿Cuáles serían los verdaderos beneficios de incrementar la construcción de túneles en el país?

En primer lugar, la reducción de tiempos de viaje. Al permitir que los camiones y vehículos de transporte pasen directamente a través de las montañas –en lugar de rodearlas por carreteras sinuosas y congestionadas– se pueden acortar significativamente los tiempos de tránsito entre ciudades y puertos. Esto es crucial, más aún con la proyección que se avecina con la inauguración del Megapuerto de Chancay.

Segundo, porque genera menores costos de mantenimiento. A diferencia de las carreteras en las zonas montañosas de Perú, que suelen sufrir un rápido deterioro debido a las condiciones climáticas y geográficas; los túneles, al estar resguardados de las inclemencias del tiempo, tienen un menor costo de mantenimiento a largo plazo.

Y en tercer lugar porque dota de mayor seguridad. Como se sabe, conducir por las rutas de montaña es una actividad lenta y peligrosa. Los accidentes de tránsito son frecuentes debido a las curvas cerradas, deslizamientos de tierra y la falta de señalización. Los túneles podrían reducir significativamente los accidentes y las pérdidas humanas como materiales.

A pesar de la viabilidad de estos proyectos, la realidad es que la gestión pública en Perú es sumamente ineficiente. Los informes de la Contraloría General de la República (CGR) han mostrado que gran parte de los proyectos de infraestructura en Perú no se completan en el tiempo estipulado ni dentro del presupuesto inicial. La construcción de un solo túnel puede tener un costo que supera los 300 millones de dólares.

Se debe, además, a la falta de planificación y la intervención de intereses políticos que priorizan la rentabilidad inmediata sobre la sostenibilidad a largo plazo. Con la reciente creación de la Autoridad Nacional para la Infraestructura (ANIN), se espera que la visión estratégica de esos proyectos mejore. Y que las obras se reproduzcan en cantidad y en calidad.

La clave estará en integrar los túneles dentro de un sistema logístico moderno y multifacético: una especie de combinación en infraestructura terrestre, marítima y ferroviaria, acompañada de una política pública coherente. Si el Perú quiere de verdad constituirse como un hub y ser competitivo logísticamente, debe ir más allá de pequeños proyectos y comenzar a explorar soluciones que no dependan únicamente de la maquinaria pesada y de las excusas gubernamentales. 

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