Dirk Friczewsky, analista de ActivTrades.
El S&P 500 sigue su marcha imparable: el miércoles 10 de septiembre cerró en 6,555.97 puntos, un nuevo récord histórico. En lo que va del año, el índice acumula una ganancia de 11,06%, un rendimiento que, a primera vista, parece razonable. El problema es cómo se construye: no por el empuje colectivo de sus 503 integrantes, sino por un puñado de gigantes tecnológicos que concentran la fuerza del mercado.
Oracle: el sorpresivo protagonista
La jornada del 10 de septiembre tuvo un protagonista inesperado: Oracle. La acción se disparó 35,95%, hasta los US$ 328,33, lo que supone un incremento de US$ 250 mil millones en capitalización bursátil en un solo día. Ese salto no solo catapultó a la empresa hacia la frontera del billón de dólares en valor de mercado, sino que también regaló al S&P 500 buena parte de su último tramo alcista.
Aun así, Oracle ni siquiera logra colarse entre los 10 mayores grupos del índice, dominado por los archiconocidos Nvidia, Microsoft, Apple, Amazon, Meta Platforms, Broadcom, Alphabet (A y C), Tesla y Berkshire Hathaway.
El peso de los “trillones”
Estos gigantes ya suman en conjunto una capitalización de mercado de US$ 22,7 billones. Si se añade Oracle, la cifra asciende a US$ 23,6 billones, casi la mitad del valor total del S&P 500, que al cierre de agosto alcanzaba US$ 57,4 billones y que en septiembre siguió escalando.
El poder de concentración es tal que las utilidades combinadas de estas compañías superan el PIB de varios países y eclipsan índices enteros en Europa y Asia. Una señal de fortaleza… o de vulnerabilidad, según desde dónde se mire.
¿Burbuja a la vista?
En el terreno técnico, los indicadores muestran matices. En gráficos diarios y semanales, el S&P 500 aún no luce sobrecomprado. Sin embargo, en perspectiva mensual el índice marca 73 puntos en el RSI, un nivel que ya se considera de exceso. Si septiembre se cierra en verde, serían cinco meses consecutivos de alzas.
La pregunta inevitable es cuánto más puede estirarse la cuerda. El dominio de los titanes tecnológicos mantiene a Wall Street en máximos, pero también lo hace más frágil: un ajuste brusco en esas acciones podría arrastrar al índice entero. La euforia actual, advierten analistas, huele a burbuja.