Luis Carranza observa perspectivas “alucinantes” para la economía peruana. En un término económico que estuvo muy de moda durante sus gestiones al frente del MEF, suena “contracíclico” en oposición al pesimismo imperante. Pero tiene listos ejemplos históricos de sociedades que, en supuesta búsqueda por encarrilarse, terminaron en el colapso. “Tenemos que encontrar nuestra cohesión”, advierte en una presentación organizada por la Sociedad Nacional de Construcción e Infraestructura (SNCI).
“Es mínimo el impacto de Chancay en el PBI como obra directa”, aclara. “El impacto viene no por desvío de comercio sino por creación de comercio”. Las zonas económicas especiales, los parques industriales y las vías de conexión entran ahí. “China ya es el primer socio de América Latina y los centros de poder en el mundo están cambiando notablemente. En 25 años las economías más grandes serán China, India, EE.UU. que cae al tercer lugar, Indonesia y Brasil”.
En general, el comercio va a darse con Asia y ya no con los países de la OCDE. En ese sentido, Chancay es una ventana que se abre. “En Singapur en los 60, cuando surge esa visión de país, se dan cuenta que lo único que tenían era ubicación, y arman toda su estructura de crecimiento e identidad en base a eso. El inicio fue esa visión de hub logístico. Panamá lo tiene. Chile no debería preocuparse por Chancay, Panamá sí porque buena parte del comercio debería desviarse por ahí”.
Y el actual estado de cosas, con el megapuerto como un proyecto salido estrictamente del sector privado, recuerda que el Perú muestra muy poco planeamiento estratégico. “Chancay es el ejemplo de que las cosas van sucediendo sin articularse”.
BUROCRACIA INSOSTENIBLE
Al nivel de expectativas empresariales, el país se encuentra cerca del nivel neutral luego de tres años negativos. Un recuerdo del asomo al abismo que fue el gobierno de Pedro Castillo. “Nunca habíamos tenido un período tan largo con perspectivas negativas de la economía”, subraya, simbolizado en la salida de capitales en 2021. “Ese año salió el 10 % del PBI por incertidumbre política”. Y ahí está el detalle. “Aguantar esa salida prácticamente en dos semestres, el tercero y el cuarto, y no darte cuenta, nos da una idea de la fortaleza interna de la economía peruana”.
Además de tener la inflación controlada, el Perú muestra los niveles de deuda más bajos de la región. En el otro extremo se encuentran Bolivia y Argentina. “La crisis que va a venir en Bolivia va a ser muy, muy severa, y desgraciadamente la economía no tiene las riquezas de Argentina para recuperarse rápidamente”, lamenta. Bolivia y Venezuela siguieron la receta al desastre y, en un caso como Ecuador, el país todavía paga la factura del alto endeudamiento durante el gobierno de Rafael Correa.
Mientras que Colombia y Panamá perdieron sus grados de inversión –por retroceder en su reforma fiscal y retirar arbitrariamente el permiso de funcionamiento a una minera, respectivamente– Carranza no percibe riesgo de que lo mismo pase en el Perú en los dos próximos años. Sí advierte que la persistencia del déficit fiscal, con una meta de 2.8 % que no se alcanza, y crecientes presiones de gasto público, pueden cambiar la situación.
CARETAS plantea el problema del incremento de la burocracia. “Se ha multiplicado por cinco en veinte años”, confirma Carranza. “Es insostenible”. Efectivamente, los funcionarios públicos no pertenecientes a carreras especiales –militares, policías, personal de salud y educación– pasó de ser alrededor de 200 mil a un millón. Todavía lejos de la “casta” combatida por el argentino Milei, pero camino a ello. “Ahí estamos viendo el rubro de remuneraciones, pero la planilla real debe incluir las órdenes de servicio. Hemos visto a un premier que contrataba a sus amigas con órdenes de servicio. Eso se ha masificado. Entonces la verdadera planilla pública es mucho más grande. Es clientelismo básico, y eso hay que resolverlo”. Un deterioro acompañado por la desaparición del criterio meritocrático. “Hemos perdido un montón en términos de calidad de la gente. En el MEF yo tenía 500 personas. Ahora hay 3 mil y el 60 % son abogados, que están diseñados para encontrar problemas. Es su chamba”.
MAL AMBIENTE DE NEGOCIOS
Un desgaste reflejado en el nuevo ranking Business Ready del Banco Mundial, que reemplaza al Doing Business y que dio recientemente a conocer sus resultados para una lista de 50 países, entre ellos el Perú. Se trata de una medición de diez variables en tres pilares: marco regulatorio, servicios públicos y eficiencia operativa. En el primero Perú está en el puesto 19 del total de 50 y en el segundo, en el 17. Nada que ostentar, pero el colapso se refleja en la eficiencia operativa, donde cae al 37, entre Filipinas y El Salvador. En materia tributaria, la eficiencia operativa está en el puesto 48, el antepenúltimo. “Cada uno de ustedes debe tener una experiencia alucinante con Sunat”, critica. “Podemos empezar con los instrumentos derivados, donde no reconocen la fungibilidad del dinero”. Rescata que “en servicios financieros y competencia de mercado salimos bien, pero en comercio internacional somos puesto 41 a pesar de los TLC. Nos destruyen la competitividad con trámites innecesarios. Hemos perdido eficiencia en hacerle la vida fácil a las empresas”.
Carranza pondera todos los resultados y el país termina en el puesto 23. “En 2011 estuvimos en el puesto 9 y no hemos hecho otra cosa que caer”. Ahí, por ejemplo, Colombia mantiene una mejor performance. “Estamos mucho peor de lo que estábamos en 2006. Esta es la agenda de gobierno de cualquier partido que se quiera presentar en el 2026”.
Otro factor poco debatido en los medios es el tamaño del gasto social. ¿No es limitado el alcance de los programas sociales si cada cinco años reaparece la posibilidad de un Antauro o un Castillo que patee el tablero? ¿No es pragmático comprometer a los más necesitados con el “modelo”?
“En la pospandemia nuestro país estuvo quebrado. No en términos financieros. En términos morales. Las personas se iban caminando a sus provincias. ¿Qué puede haber más dramático que eso? Fuimos el país con más muertos por millón de habitantes. En un principio la contabilidad de muertos fue falsa, no aceptaban donación de oxígeno. Un desastre”.
Carranza se sumó al equipo de Keiko Fujimori para la segunda vuelta de 2021. “No podía decirle que no. Y el plan de gobierno tenía un fuerte impulso de gasto social. El país lo necesitaba. El cerebro humano tiene dos características fundamentales: una es que reaccionamos a incentivos. El liberalismo puro y duro solo se fija en eso. Pero la otra característica es que no nos gusta la injusticia. Cuando vemos algo injusto nuestras neuronas en la corteza insular, que es la parte de la cólera, explotan. Y cuando el nivel ya es demasiado, actuamos. El comunismo agarra el tema de la injusticia y la transforma en igualdad absoluta. Elimina los incentivos y por eso no encuentras ningún país comunista que sea próspero. Una sociedad tiene que encontrar balance”.
MINERÍA Y AGROINDUSTRIA
El empresariado considera que, tras el segundo gobierno de Alan García, el de Ollanta Humala comenzó a desincentivar la inversión. “Si hubiésemos mantenido la tasa de crecimiento promedio de 2006 a 2011, hoy día tendríamos el 5 % de pobreza y el mismo PBI per cápita que Chile. Nosotros mismos destruimos nuestra capacidad de crecimiento. Si tu economía está creciendo y genera 50 mil puestos mensuales, ¿de qué gasto social vamos a hablar? El país solo era una máquina. Ahora, si frenas al elefante, si paras al ferrocarril, entonces sí tienes que poner los rieles para que la gente sienta que está en una sociedad que se preocupa por ellos. Hay congresistas que me dicen que en 2009 yo era otra persona, mucho más austero en el gasto. Pero soy el mismo. El que es distinto es el país”.
En circunstancias tan prometedoras como desafiantes, con bajos crecimientos de entre 2.5 % y 3 % estimados para los próximos años, Carranza propone una fórmula que suena relativamente sencilla.
“Tienes una cantidad de proyectos impresionante: USD 55 mil millones en minería y USD 15 mil millones en agroexportación. Son dos sectores que pueden crecer sin limitaciones. La única es el crecimiento mundial”.
Para la minería, “lo potente es seguir los ejemplos de Australia y Chile con el desarrollo del clúster minero. La minería tiene al 1 % de la PEA y no le podemos pedir que cambie esa ratio. Lo que se tiene que hacer es desarrollar la industria de proveedores, donde el crecimiento en empleo sí es significativo”.
Por otro lado, “en el caso del agro la cosa es alucinante”. Adjetivo recurrente, por lo visto. “El milagro peruano de USD 10 mil millones y más de un millón de puestos de trabajo, ¿con cuántas hectáreas se ha logrado? 250 mil. Nada. Cuando el sector público y privado conversan y cada uno hace su trabajo, tenemos un éxito impresionante: TLCs, impulsó a través del drawback, una ley que promueve la inversión y el privado asume los riesgos. Invierte y empiezan a generar nuevos productos. Los privados hicieron su trabajo”.
Con Chavimochic y Majes Siguas, paralizados hace 10 años, “tendríamos 100 mil hectáreas más”. Y un millón de nuevos empleos entre directos e indirectos, “que van a venir básicamente de la migración de la sierra. Es la receta más fácil y rápida para terminar con la pobreza, sobre todo con la más difícil de combatir que está por encima de los 3000 metros sobre el nivel del mar”.
Persiste un acento de autoflagelación. “Nos quitamos el drawback –que se podría quitar cuando tengamos 2 millones y medio de hectáreas–, nos cargamos la ley de promoción agraria. Nosotros mismos nos clavamos los cuchillos cuando solo con estos dos sectores podemos tener tasas de crecimiento anual del 6 %. Con el resto podemos seguir business as usual”. Y para el 2035, concluye, se llegaría al objetivo del 5 % de pobres.