La decisión estadounidense de permitir a Nvidia vender su chip H200 a clientes chinos a cambio de quedarse con el 25% de las ganancias es, como mínimo, inusual. Incluso en un sector acostumbrado a tensiones comerciales y tecnológicas, la medida destaca por lo extraño de su arquitectura: un país autorizando exportaciones, pero quedándose con una parte de la rentabilidad empresarial.
El efecto práctico es evidente: cada compra de un gran cliente chino se convierte, indirectamente, en un aporte a las arcas fiscales de Washington. Desde una perspectiva política en China, la idea de “financiar” al gobierno estadounidense con cada pedido tecnológico genera inevitable incomodidad.
El ejemplo numérico ayuda a entender la magnitud.
Un acelerador H200 cuesta hoy más de US$ 30.000 por unidad. Si un cliente chino adquiriera 100 unidades —algo nada inusual en centros de datos masivos— estaríamos hablando de US$ 3 millones en ventas. La duda es:
- ¿Qué significa exactamente ese 25%?
- ¿Ganancias antes de impuestos?
- ¿Ganancias después de impuestos?
- ¿Un mecanismo compensatorio que reduzca la carga fiscal de Nvidia?
Aún no hay claridad. Pero, sea cual sea la fórmula, es evidente que parte de la rentabilidad de Nvidia por ventas a China irá directamente al Tesoro estadounidense. La medida, para muchos analistas, “tiene un aroma extraño”, comparable —en clave irónica— a imaginar a Alemania autorizando la venta de un sistema de defensa a Arabia Saudita con la condición de quedarse con el 25% de las utilidades.
La acción de Nvidia, sin embargo, no reaccionó de forma negativa a esta noticia. Cerró la sesión del lunes con un alza de 1,72%, en US$ 185,55, mostrando que el mercado aún no considera este mecanismo como un riesgo inmediato para la empresa.
La mirada del mercado: el FOMC bajo la lupa
Más allá de Nvidia, el foco esta semana está puesto en la reunión de la Reserva Federal. El mercado descuenta con más de 87% de probabilidad un recorte de 25 puntos básicos, por lo que la decisión del miércoles podría no sorprender a nadie.
Lo que sí podría mover a Wall Street es el “dot plot” y el nuevo cuadro de proyecciones económicas:
- Para enero 2026 y marzo 2026, el mercado anticipa una pausa.
- La atención estará puesta en cómo la Fed evalúa la inflación persistente y la desaceleración global.
- Si el banco central insinúa un ritmo más lento de recortes, podríamos ver ajustes en bolsas, bonos y divisas.
En síntesis: el verdadero evento no es la decisión de tasas, sino la guía para 2026.
Dirk Friczewsky – analista de ActivTrades.
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