El precio del oro ha subido nuevamente en las primeras operaciones del viernes, acercándose al nivel récord alcanzado a finales de octubre. Este resurgir no es una sorpresa, dado que los factores clave detrás de este aumento son, por un lado, los rendimientos más bajos de los bonos del Tesoro y, por otro, el debilitamiento del dólar estadounidense, que ha seguido el tira y afloja de Donald Trump con respecto a las tarifas comerciales.
Trump, como es su costumbre, alterna entre posturas agresivas y conciliatorias respecto a las tarifas, y en esta última fase, ha dejado claro su deseo de evitar imponerlas a China. Esta declaración ha reducido las tensiones que habían generado pavor en los mercados: el temor de que los aranceles dispararan la inflación. La caída en los rendimientos de los bonos del Tesoro y el debilitamiento del dólar, que ha tocado un mínimo en cinco semanas, han hecho que el oro, un metal precioso no generador de rendimientos, brille nuevamente como refugio seguro.
Sin embargo, no todo es tan dorado como parece. Aunque el oro puede parecer una inversión sólida en tiempos de incertidumbre, su escalada de precios en los últimos meses plantea una pregunta crucial sobre sostenibilidad.
Los analistas advierten que, aunque los factores actuales –como la política económica de Trump y la debilidad del dólar– hayan impulsado el oro, su subida podría estar más ligada a una especulación impulsada por el pánico y no por fundamentos sólidos a largo plazo.
Contexto: Un oro en constante ascenso desde la pandemia
Este último repunte no es un fenómeno aislado. El precio del oro ha tenido una trayectoria ascendente desde principios de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 generó un clima de extrema incertidumbre económica y financiera. En ese entonces, el oro alcanzó máximos históricos, con el precio por encima de los 2,000 dólares por onza. El miedo al colapso de los mercados y las políticas monetarias expansivas implementadas por los gobiernos para hacer frente a la crisis sanitaria alimentaron esta carrera alcista.
A pesar de la volatilidad que ha caracterizado a los mercados financieros desde entonces, el oro ha logrado mantener su atractivo como refugio seguro. Sin embargo, los analistas advierten que este auge podría no ser sostenible. Los precios han subido en gran parte debido a una combinación de factores transitorios: la debilidad del dólar y la caída en los rendimientos de los bonos. Sin una base sólida que respalde el valor del oro a largo plazo, el riesgo de una corrección significativa sigue siendo elevado.
En resumen, aunque el oro sigue siendo una inversión válida en tiempos de incertidumbre, hay que cuestionarse si este resurgimiento es el resultado de una mentalidad colectiva de pánico, impulsada más por el temor que por una verdadera demanda económica. Como siempre en los mercados, el tiempo pondrá a todos en su lugar.