El 2025 está siendo un año dorado para los alcistas del metal precioso. Con excepción de mayo y junio, el oro ha subido todos los meses, acumulando hasta ahora un impresionante 36% de rendimiento. En marzo, por ejemplo, el avance mensual rozó el 10%.
La magnitud de esta racha coloca al oro muy por encima del desempeño de Wall Street: el S&P 500 gana 10,5% en el año y el Nasdaq 100 12,4%. Cifras respetables, pero que palidecen frente a la fiebre amarilla que vive el mercado del oro.
El refugio preferido
El repunte no se explica por un boom de la demanda industrial ni por una escasez repentina de oferta. En realidad, el oro ha vuelto a brillar por las razones de siempre: incertidumbre económica, tensiones geopolíticas y la expectativa de recortes de tasas en EE.UU..
Para muchos inversionistas, el metal sigue siendo el refugio más confiable en tiempos de dudas. Los bancos centrales también han contribuido, acumulando reservas y empujando el precio hacia arriba.
La calma antes de los datos
La atención del mercado está puesta en tres citas claves de septiembre: el informe de empleo en Estados Unidos, la decisión de tasas de la Reserva Federal el día 17 y el gran vencimiento de derivados el día 19. Hasta ahora, las bolsas se mantienen estables, pero una sorpresa en cualquiera de estos frentes podría sacudir el tablero.
En este contexto, algunos operadores advierten sobre el riesgo de un “sell on good news”: que el mercado, ya confiado en los recortes de tasas, use la confirmación como excusa para tomar ganancias y provocar una corrección.
¿Se viene una corrección del oro?
Los analistas creen que una caída significativa del oro solo sería posible si ocurre primero una corrección fuerte en Wall Street. En ese escenario, los grandes fondos venderían parte de sus posiciones en oro para cubrir pérdidas en sus portafolios bursátiles.
Pero incluso una corrección abriría otra ventana: bancos centrales e inversionistas especializados volverían a comprar, aprovechando precios más bajos.
El veredicto
El oro vive un 2025 excepcional y, aunque nada sube eternamente, su atractivo como activo de refugio se mantiene intacto. La gran incógnita es si la estabilidad de las bolsas estadounidenses durará lo suficiente para sostener la fiesta dorada o si, por el contrario, una corrección bursátil empujará al metal precioso a un respiro antes de un nuevo salto.
Dirk Friczewsky, ActivTrades.
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