La economía peruana continúa sin mostrar signos de recuperación. Entre enero y setiembre de 2023, la actividad acumuló un retroceso anual de 0.6%. En tanto, para octubre, el Instituto Peruano de Economía (IPE) estima que la economía habría registrado nueva caída de más de 1.0% respecto al mismo mes del 2022. Con ello, el país sigue atravesando una de sus recesiones más prolongadas desde fines de los noventa.
Ante este nuevo escenario, el IPE ajustó la baja, nuevamente, sus proyecciones sobre la economía y se profundizó la caída estimada del PBI para este año de un -0.3% a un -0.6%, registrándose así el peor resultado desde 1990, sin considerar la crisis de la pandemia. Las perspectivas para el 2024 también se deterioraron y se prevé un menor rebote al pasar de un 2.1% a un 1.9%.
Este recorte se debe, principalmente, a un consumo privado menor a lo esperado y a una recuperación de la confianza más gradual de lo previsto. En efecto, durante el tercer trimestre, el consumo privado cayó por primera vez desde el 2001, sin considerar la pandemia. Asimismo, los índices de confianza empresarial y del consumidor se han deteriorado entre octubre y noviembre a niveles que anticipan una continua debilidad del gasto privado en lo que resta del 2023 y la primera mitad del 2024.
Pese a ello, se espera que la economía comience a mostrar un mayor dinamismo en el segundo semestre del próximo año, ante los efectos favorables que generarán las menores presiones inflacionarias y tasas de interés sobre el poder adquisitivo de hogares y capacidad de inversión de las empresas. El IPE anticipa que la inflación entrará al rango meta entre el primer y segundo trimestre del año entrante, y culminará el 2024 en alrededor de 2.5%. Ello brindaría espacio al Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) para recortar su tasa de referencia de política monetaria en alrededor de 200 puntos básicos a lo largo del próximo año. Sin más choques adversos, la economía volvería a su ritmo de crecimiento potencial de 2.8% en el 2025.
El panorama para el 2024 aún exhibe riesgos que podrían provocar un dinamismo menor a lo anticipado. Por ejemplo, un Fenómeno El Niño (FEN) de intensidad entre moderada y fuerte retrasaría la recuperación del gasto privado, y de sectores altamente expuestos a choques climáticos como la agricultura y la pesca. Asimismo, si la confianza de empresas y consumidores se mantiene en niveles bajos, esto podría traducirse en un consumo e inversión privada más débiles de lo previsto.
Estos ajustes fueron presentados durante el webinar “Economía peruana: ajuste de proyecciones y riesgos al 2024”, organizado por el IPE y que contó con la exposición de Teodoro Crisólogo, analista senior del IPE, y con Liliana Rojas-Suárez, Directora de la iniciativa para América Latina del Centro para el Desarrollo Global, como invitada especial.
En su análisis, Rojas-Suárez resaltó que el Perú aún muestra una posición macroeconómica sólida para enfrentar los riesgos de un entorno externo cada vez más adverso e incierto. En esa línea, señaló que los bajos niveles de deuda pública y altas reservas internacionales ponen en ventaja al Perú frente a otras economías emergentes. Sin embargo, advirtió que la debilidad institucional del país limita su capacidad para adoptar reformas estructurales que impulsen el crecimiento de la economía hacia el mediano plazo. Según sus estimaciones, el Perú nunca podría alcanzar los niveles de ingresos por habitante de países desarrollados si mantiene tasas de crecimiento de entre 2% a 3%.