Ignacio Román, académico de la Escuela de Negocios (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) o Universidad Jesuita de Guadalajara, afirma que Oxfam tiene un sitio relevante en el Foro Económico Mundial de Davos, ya que puede cabildear profundos cambios en el modelo económico global como controlar el poder empresarial.
“El gol más importante que ha metido Oxfam fue poder meterse a Davos. La importancia del informe global Desigualdad S. A. no es sólo el informe en sí mismo, sino que se presenta justamente en el principal encuentro mundial del mundo del dinero, donde están los gobernantes, las grandes instituciones financieras, los representantes de las grandes empresas y algunos intelectuales”.
Los argumentos de Oxfam —radicales, más no extremistas— desnudan la forma en que las grandes corporaciones han alcanzado el poder económico a través de acciones monopólicas y acuerdos con el poder político, afirma el miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII).
“Este espacio ha sido una de las bases de los acuerdos de liberalización económica en las últimas décadas, y el hecho de que en medio de eso entre Oxfam, evidentemente le da una visibilidad enorme”, apunta integrante del Consejo Directivo de Oxfam México.
La organización civil fundada en 1942 en Oxford, Inglaterra, como una organización asistencial británica para atender la hambruna causada durante la Segunda Guerra Mundial.
Oxfam se fue transformando con el tiempo en una organización promotora del desarrollo, organizada como confederación internacional. Hoy en día, su sede central está en Kenia, aunque tiene presencia en más de 80 países.
Un par de discursos diametralmente opuestos acapararon los titulares en el último Foro Económico Mundial de Davos, Suiza: En el lado A está la férrea defensa del liberalismo económico emprendida por el presidente de Argentina, Javier Milei. Mientras que en el lado B del foro, el informe anual sobre desigualdad global de la ONG Oxfam, titulado Desigualdad S. A.
Javier Milei denunciaba a los líderes de las democracias occidentales por el abandono del modelo de la libertad a cambio de distintas versiones del colectivismo, y abogaba por el capitalismo de libre empresa como un sistema capaz de eliminar la pobreza del mundo.
El estudio Desigualdad S. A. hace constar que, desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se había duplicado, de 453 mil millones de dólares a 869 millones de dólares. Mientras que la riqueza acumulada de casi 5 mil millones de personas, el 60 por ciento más pobre de la humanidad, perdía más de 20 millones de dólares. Esto significa que el uno por ciento más rico del planeta posee 43 por ciento de los activos globales.
El informe de Oxfam señala fenómenos como la evasión de impuestos, el colapso climático, la privatización de los servicios públicos, la concentración del poder empresarial y monopolístico, y la desigualdad extrema como síntomas de la decadencia que atravesamos, recuerda el investigador del ITESO. A partir de esto, plantea la necesidad de revitalizar al Estado, regular el sector privado y reinventar el sector empresarial.
El 23 de enero, Oxfam México publicó el capítulo mexicano El monopolio de la desigualdad, donde el diagnóstico es similar, pues la fortuna conjunta de los 14 ultra ricos mexicanos —cada uno posee más de mil millones de dólares— se duplicó desde el inicio de la pandemia.
Tan sólo la fortuna conjunta de los empresarios Carlos Slim y Germán Larrea creció 70 por ciento durante los últimos cuatro años, hasta representar casi seis de cada 100 pesos de la riqueza privada y equivaler a la riqueza de la mitad de la población más pobre de América Latina y el Caribe, unos 334 millones de personas. “Mucho de lo que dice Oxfam a escala internacional ocurre también a escala nacional”, señala.
“Los grandes capitales en México han logrado la transmisión directa de los privilegios de lo que eran las riquezas públicas: en el momento en que esas empresas pasan de ser monopolios [estatales] y quedan en el sector privado, su función deja de ser el desarrollo y pasa a ser la rentabilidad, pero finalmente toda la sociedad tiene que depender de esas empresas, de una forma u otra, y en ese momento es cuando las utilidades se exacerban”, apunta.
El académico explica que este fenómeno de enriquecimiento es soportado además por las élites políticas, en un proceso que ha sido denunciado durante décadas y que se denomina “captura del Estado”, sustentado en un fenómeno de puerta giratoria, protagonizado por políticos surgidos de las altas esferas empresariales, o aprobados por ellas, que cuando dejan el cargo se convierten en los principales directivos de esas mismas empresas privadas.
“La riqueza la producimos conjuntamente, no la produce el señor [Carlos] Slim o el señor [Jeff] Bezos”, declara el integrante de la Red Mexicana de Investigación en Política Social.
“La riqueza es sistémica, no es individual. Cuando se habla de redimensionar el papel del Estado, de lo que se trata es de ubicar que tenemos derechos sociales, ambientales, políticos, civiles, económicos, sociales y culturales, y que cada uno de los derechos cuesta, y cuesta mucho”
“Tiene que entrar la sociedad y decir: ‘Necesitamos un esquema de redistribución, entre personas y entre empresas’. No se trata de decirles otra vez a los ciudadanos: ‘Tú tienes que pagar más impuestos’, o que lo haga el sector formal. Estamos hablando de la gente que tiene el poder de todo”, declara Ignacio Román.
La pregunta fundamental que subyace en el informe es si realmente vivimos en regímenes plenamente democráticos, o si se trata más bien de regímenes plutocráticos, afirma.
El hecho de que se plantee la necesidad de generar una contracultura permite presionar desde la sociedad hacia esquemas que hagan contrapeso y presionan en favor de condiciones de mayor igualdad.
“Si nos ponemos a ver la historia de la humanidad, cuando hablamos de riquezas gigantescas, desproporcionadas y absurdas con respecto a las condiciones de vida de la población, hablamos de riquezas faraónicas. Es decir, estamos hablando de los faraones egipcios, de conductas o riquezas imperiales de Luis XIV, Carlos V o Enrique VIII. Pues muy posiblemente lo que tengamos ahora sea más extremo que aquellas situaciones”, señala el investigador sobre el estudio de Oxfam presentado en Davos, Suiza.