Con un solo post en sus redes, Donald Trump volvió a estremecer los mercados globales. El viernes por la noche, Wall Street se desplomó y arrastró a las bolsas europeas y asiáticas, borrando cerca de dos billones de dólares en valor de mercado. La causa: una nueva amenaza de Trump de imponer aranceles del 100% a los productos chinos a partir del 1 de noviembre.
Pekín respondió con firmeza y advirtió que adoptará “contramedidas equivalentes”, lo que amplificó la incertidumbre. Los principales índices estadounidenses cerraron la semana en rojo: el Dow Jones cayó 1,9%, el S&P 500 perdió 2,7% y el Nasdaq 100 se hundió 3,5%. Sin embargo, este lunes, los futuros de Nueva York protagonizaron un violento rebote: el Dow y el Nasdaq recuperaron más de 400 puntos, reflejando el frenesí de los traders que ya asumen los tuits presidenciales como oportunidades de especulación.
Detrás de la tormenta, sin embargo, hay algo más profundo: el conflicto por las “tierras raras”, minerales esenciales para la industria tecnológica y militar. China ha endurecido su control sobre su exportación, restringiendo las licencias para usos estratégicos. Y sin esas materias primas —clave para misiles, semiconductores y autos eléctricos— Estados Unidos ve amenazada su base industrial y de defensa.
La nueva batalla comercial, entonces, no se libra en torno a los celulares o los autos, sino sobre el corazón tecnológico del poder militar estadounidense. Y Trump, fiel a su estilo, la libra con la volatilidad como arma.
Por Dirk Friczewsky, analista de ActivTrades.