El Bitcoin y el Ethereum atraviesan una nueva ola bajista que ha sacudido a todo el ecosistema cripto. En apenas una semana, ambas monedas perdieron alrededor de 11 % de su valor, mientras que Ripple cayó más de 17 %. El Bitcoin, que había superado los 126.000 dólares, retrocedió hasta los 107.000 dólares, lo que redujo su capitalización de mercado a 2,2 billones de dólares.
El desplome no se limita a los precios. El jueves, el volumen de negociación de Bitcoin superó los 88.000 millones de dólares, el de Ethereum llegó a 49.000 millones, y Ripple apenas alcanzó 6.900 millones. En contraste, el oro se dispara: la onza superó los 4.379 dólares, un nuevo récord histórico, impulsada por la búsqueda de refugio ante la creciente inestabilidad política y fiscal de Estados Unidos.
El shutdown del gobierno federal, que ya entra en su segunda prórroga, ha paralizado parte de la administración pública y expuesto la fractura política en Washington. Los intentos de aprobar un presupuesto temporal han fracasado diez veces consecutivas, mientras la deuda pública roza los 37,9 billones de dólares. Paradójicamente, el valor de las reservas de oro estadounidenses también se ha disparado: con 8.133,5 toneladas, equivalen hoy a 1,12 billones de dólares.
El episodio más insólito lo protagonizó el secretario del Tesoro, John Bessent, quien declaró que el cierre del gobierno le costaba al país 15 mil millones de dólares por día, cifra que luego corrigió a “por semana”. El error, no corregido de inmediato por su equipo, fue interpretado como una muestra del desgobierno y la falta de rigor técnico en el manejo fiscal.
El resultado: un país polarizado, un mercado volátil y un oro que se consolida como el verdadero termómetro del miedo global. En Wall Street, algunos ya evocan un fantasma familiar: 1929.
Dirk Friczewsky– analista de ActivTrades.
Aviso Legal: La operativa o negociación de instrumentos financieros conlleva un alto riesgo de perder su dinero. La información proporcionada es solamente con fines educativos y no debe ser tomada como consejo de inversión. Por lo tanto, cualquier persona que tome una decisión de inversión basada en la información presentada, lo hace bajo su propio riesgo.