China vuelve a encender luces de alerta en los mercados globales. Los datos más recientes confirman que el consumo interno sigue sin reaccionar, reforzando la idea de que el gigante asiático atraviesa una desaceleración más profunda y persistente de lo previsto.
Las ventas minoristas de noviembre crecieron apenas 1,3% interanual, una caída significativa frente al 2,9% registrado en octubre y muy por debajo del 2,8% esperado por el mercado. El mensaje es claro: el consumidor chino continúa postergando gasto, en un contexto de incertidumbre, caída de la confianza y ajuste patrimonial, especialmente tras la crisis inmobiliaria.
La producción industrial tampoco logró compensar el mal dato de consumo. Creció 4,8% interanual, por debajo del 5,0% proyectado por el consenso. No es un desplome, pero sí una confirmación de que la economía china avanza a un ritmo menor, con menor tracción doméstica.
No es casual que la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, haya reiterado su recomendación a Pekín: estimular el consumo interno y reducir la excesiva dependencia de las exportaciones como motor de crecimiento.
Un superávit récord que expone fragilidades
Paradójicamente, China exhibe cifras externas históricas. Entre enero y noviembre de 2025, el país acumuló un superávit comercial récord de 1,1 billones de dólares, superando ampliamente los 992.000 millones registrados en todo 2024.
Pero este éxito exportador también es parte del problema. La economía china depende hoy más que nunca del comercio exterior, en un momento en que el entorno global es cada vez más proteccionista y tenso.
En ese contexto, no puede descartarse que el gobierno chino opte por una nueva depreciación del yuan frente al dólar, buscando apuntalar exportaciones, ganar competitividad y, al mismo tiempo, frenar las presiones deflacionarias internas. La contracara sería una renovación de fricciones con Estados Unidos y la Unión Europea, que ya observan con creciente recelo el desequilibrio comercial chino.
A toda máquina hacia el “Hexensabbat”: última gran semana bursátil de 2025
Con este telón de fondo, los mercados afrontan la última semana completa de negociación del año, cargada de datos macroeconómicos, decisiones de bancos centrales y un clásico de fin de trimestre: el gran vencimiento de derivados, conocido como Hexensabbat.
El calendario arranca con la producción industrial de la eurozona, seguida el martes por los índices ZEW de expectativas económicas para Alemania y la región, la balanza comercial europea y, desde Estados Unidos, las ventas minoristas, clave para medir la fortaleza del consumo norteamericano.
El miércoles, la atención vuelve a Europa con los datos de inflación de noviembre, mientras que el jueves concentra el mayor interés: tres bancos centrales —la Norges Bank, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo— anunciarán decisiones de política monetaria. Ese mismo día se publicarán también los precios al consumidor de Estados Unidos, una referencia clave para las expectativas sobre la Reserva Federal en 2026.
Hexensabbat: más ruido que señal
El viernes llega el gran vencimiento trimestral, cuando expiran opciones y futuros sobre índices bursátiles y acciones individuales. Históricamente, estos días vienen acompañados de mayor volatilidad y aumento de volúmenes, con movimientos de precios que no siempre responden a fundamentos económicos, sino a ajustes técnicos y cierre de posiciones.
Para los inversores, se trata de una semana donde conviene no sobrerreaccionar. En el cierre del año, muchas oscilaciones responden más a mecánicas de mercado que a cambios reales de tendencia.
Dirk Friczewsky – analista de ActivTrades.
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