A más de 4,300 metros sobre el nivel del mar, donde el aire se vuelve delgado y la respiración pesa, el fondista pasqueño Jhon Atachagua Valverde escribió una nueva página en la historia del atletismo nacional. Con un tiempo de 2 horas, 36 minutos y 4 segundos, el corredor local se impuso en la 42ª edición de la Maratón Internacional Meseta del Bombón, considerada la más alta del mundo.
El domingo pasado, Cerro de Pasco amaneció en movimiento. Desde temprano, cientos de vecinos se apostaron a lo largo de la carretera central que conecta Carhuamayo con el Estadio Daniel Alcides Carrión, siguiendo con fervor el paso de los casi 500 competidores. Entre ellos, Atachagua —hijo de la meseta, habituado al viento cortante y al frío persistente— corría no solo contra el reloj, sino contra la adversidad que moldea a los deportistas de altura.
Su victoria, celebrada entre aplausos y lágrimas, no fue casualidad. El atleta, que combina sus entrenamientos con jornadas como taxista para financiar su carrera, es símbolo de constancia y resistencia. “Esta medalla es para Pasco y para todos los que luchan sin rendirse”, dijo exhausto, envuelto en la bandera peruana.

El podio masculino se completó con Maykol Velásquez Chiclla (Apurímac) y Daverso Ramos Acevedo (Huancavelica), mientras que en la rama femenina Saida Meneses, también de Huancavelica, se llevó el primer lugar, confirmando el dominio andino en esta exigente competencia.
La prueba, organizada por la Municipalidad Provincial de Pasco, reunió además categorías juveniles, máster e inclusivas, y contó con la presencia de atletas olímpicos como Gladys Tejeda, quien ganó en la categoría regional de 15 kilómetros.
Maratón más alta del mundo
La Maratón de la Meseta del Bombón, fundada hace más de cuatro décadas, no es solo una competencia deportiva: es un acto de identidad. Cada edición reafirma la fortaleza de un pueblo acostumbrado a correr en la altura, donde cada zancada es un desafío al cuerpo y al aire mismo.
Este año, Jhon Atachagua volvió a demostrar que la grandeza también se entrena a pulmón abierto. En la altura extrema, el hijo de Pasco corrió ligero, como si en cada respiración se oyera el latido de toda una ciudad.