Las dos leyendas rockeras nos cuentan los entresijos de su trayectoria y su lectura del género en el siglo XXI.
Wicho García, vocalista de Mar de Copas y excompañero de Miki González, se sienta de un lado de la mesa. Del otro lado está Daniel F., otro de los esenciales del rock peruano y dueño de un extenso catálogo que inicia con su liderazgo en la banda de la era subte, Leuzemia, pero que hoy es con “s”.
Estos dos artistas peruanos se conocen hace casi 40 años. Ambos tuvieron su fase subte, Wicho García en Narcosis y Daniel F en Leuzemia, pero en esta ocasión se les verá en el mismo escenario.
Wicho adelanta que en este concierto habrá algo de Mar de Copas “porque es inevitable” pero a este repertorio se le agregará alguna versión de canciones en español, algo de Los Secretos”. Él recuerda que cuando conoció a Manolo Barrios, compositor y líder de la banda, “él solo escuchaba música española más o menos estándar. Yo le traje algunas cosas que le volaron la cabeza”.
En “De vuelta a clases vol.1” no habrán “grandes éxitos” pero sí habrá mucho de lo que los mueve a ambos. A Daniel F y a Wicho les mueve lo progresivo, los grandes nombres del rock de antaño.
LA VIEJA GUARDIA
“En cada entrevista tengo discos para dejar y ayudar a dar a conocer a nuevas bandas, nuevos artistas peruanos, entren a esas páginas de rock local y van a encontrar de todo”. El día de la entrevista, F no tenía nuevos discos a la mano, pero cuenta que por dondequiera que vaya siempre hay alguien que le regala un disco nuevo, un nuevo artista que llega con algún material que no tiene cómo darse a conocer. “Hay que aprovechar los espacios para apoyar la música peruana”.
Son temas recurrentes, endémicos del rock peruano: la falta de apoyo, la piratería, la falta de una industria que consolide lo poco que se avanza para luego volver diez pasos atrás. “En esas épocas caminábamos, no había para el pasaje, para la sala de ensayo. De ahí que soñar con tocar en grandes escenarios, no sé qué tantas cosas, ya son tonterías”, dice F recordando la década de los 80, “la era de la ebullición de Narcosis y Leuzemia”. Los segundos algo más agresivos, los primeros más cáusticos en una amalgama sonora de guitarras chirriantes, batería enfebrecida y sin bajo.
El rock será cultura y “nunca va a morir” pero este par de veteranos la tiene clara: es una forma de vida. “Algunos podrían decir que esta música ha muerto, pero sigue ahí,” manifiesta Wicho. “Pasarán 200, 500 años año y lo que está bien compuesto siempre estará ahí, sentencia.