“El mundo amazónico, por su complejidad y su belleza, te exige un asedio multidimensional, desde varios géneros y disciplinas, incluyendo en mi caso el shamanismo”.
Emulando a una energía transversal, Róger Rumrrill (85), quien nos atiende desde Lake Elsinore, California (Estados Unidos), nos recuerda su galería de roles: escritor, poeta, periodista, promotor cultural y más. El desdoblamiento es su pleitesía al cosmos amazónico, el mismo que retrató a través de 25 libros, entre estos La virgen del Samiria, El venado sagrado, Yurimaguas, El viborero y otros cuentos amazónicos. Es el reconocimiento a la trayectoria, de quien gestó un movimiento sesentero denominado “Bubinzana”, que se consolidó este año cuando la Casa de la Literatura lo premió por ofrecerle al mundo una mirada integral de este perímetro boscoso del país. No solo enfatizó sus mitos y leyendas, sino que también la defendió de los estragos históricos por la desidia política como el narcotráfico, la desidia, la tala ilegal.
–¿Qué significado le das a esta distinción y cómo impactará en tu trabajo?
El premio no sólo es un impulso y reconocimiento a mi trabajo como escritor y promotor, sino también es un gesto, una buena señal del Estado peruano para contribuir a visibilizar la Amazonía y a sus creadores.
–¿Y qué dio pie a la creación del movimiento literario «Bubinzana» en los años 60 en Iquitos?
En ese entonces el mundo vivía varios cambios, un parteaguas en todos los campos: económico, político, geopolítico, artístico, social y cientrífico. El Grupo Cultural Bubinzana partió de eso. En lo cultural y artístico, pusimos entre las cuerdas el eurocentrismo y el antropocentrismo y asumimos una visión cosmocéntrica del mundo; de la realidad. Lo que nos llevó a revisar el «selvismo», el descriptivismo y el figurativismo en la literatura y en la pintura. Además, pusimos en cuestión la política y sobre todo la economía extractiva-mercantil. Había «bubinzanos» en casi toda la Amazonía y su influencia fue decisiva.
–Fue en este intervalo que te sumaste a Velasco Alvarado. ¿Cómo influyó esto en tu visión
Influyó mucho. Como Director General de Comunicaciones y de Relaciones Públicas del Ministerio de Agricultura me tocó vivir desde adentro, uno de los procesos políticos y sociales de cambio y trasformación más radicales y pacíficos vividos en el Perú en el siglo XX. Fui testigo y protagonista de los impactos, por ejemplo, de la ley 20653, Ley de Comunidades Nativas y de Promoción Agropecuaria de las Regiones de Selva y Ceja de Selva.
–Tengo entendido que también realizas películas y documentales.
Soy miembro de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Video de los Pueblos Indígenas (CLACPI), como socio de Chirapaq, del Centro de Culturas Indígenas del Perú que está en proceso de construcción de un cine indígena y también de un sistema comunicacional de los pueblos indígenas. Porque los megalatifundios como los califica Ignacio Ramonet, y el cine comercial hollywoodense, no sólo invisibilizan a los pueblos indígenas, sino que proyectan una imagen y una percepción exotista y tremendista de los pueblos indígenas y su realidad.
–Y ¿cuál consideras que es el mayor desafío actual de la Amazonía?
La Amazonía peruana enfrenta el reto de la supervivencia en el escenario distópico de la crisis global. En este escenario, la literatura y el arte en general deben ser el libro que informa, que persuade, que provoca amor, que alimenta la conciencia y el espíritu crítico de los lectores y lectoras para salvar a la Amazonía de la destrucción. Porque la llamada modernidad es analfabeta. Porque ha dejado de leer el libro de la naturaleza.
–¿Tiene algún proyecto literario del cual puede adelantar detalles?
Mis dos proyectos literarios de corto plazo, o sea de hoy, son la novela Más vidas que un gato donde narro las ocho veces que he amenazado y condenado a muerte por mi compromiso de defensa inclaudicable con la Amazonía. El otro libro es el tercer tomo de mi saga utópica titulada Terrabona, hacia la Tierra Sin Mal. Los dos títulos ya publicados son La Virgen del Samiria y Las estirpes amazónicas.