Municipalidad de Miraflores: la imagen de un gran recinto cerrado al público

Por: Vhal del Solar | Las municipalidades sirven como un espacio cívico, al servicio del ciudadano. Particularmente la de Miraflores siempre ha gozado de esa cualidad, es ampliamente reconocida y constituye un referente para sus pares a nivel nacional.
Vhal del Solar.

Continuando con las entrevistas a los arquitectos hechas por CARETAS, sobre la Municipalidad de Miraflores, nos responde Vhal del Solar un meritorio arquitecto profesor de la Universidad Católica del Perú y director de publicaciones de arquitectura de la PUCP. Vhal comparte su tiempo entre la docencia, la familia y el diseño y desarrollo de proyectos en su estudio del solar arquitectos.

La idea de contar con un espacio cultural en el primer nivel puede ser buena y no me opongo a ella, el tema es la falta de un buen diseño bajo criterios apropiados, tomando en consideración los flujos internos y los espacios, propiamente museográficos, pero también los flujos externos y los accesos al edificio. Sobre lo primero ya se han manifestado profesionales especialistas que merecen toda la atención para elevar la calidad de la experiencia del visitante. Considero que el mayor desacierto está sobre lo segundo, en los accesos al edificio y el mensaje que se transmite a través de ellos.

Por un lado, las municipalidades sirven como un espacio cívico, al servicio del ciudadano. Particularmente la de Miraflores siempre ha gozado de esa cualidad, es ampliamente reconocida y constituye un referente para sus pares a nivel nacional. El acceso principal en ochavo desde el parque Kennedy, con sus puertas abiertas, es una muestra de apertura y transparencia, valores fundamentales que contribuyen a una buena gestión edil. No solo porque acercan al vecino o usuario, a través de su desplazamiento físico, al corazón del aparato municipal, sino porque las puertas abiertas proyectan simbólicamente ese sentir. Una puerta cerrada, representa todo lo contrario.

Foto: Vhal del Solar.

Por otro, la Av. Larco influye de forma sustantiva en la relación que el edificio tiene con la ciudad. La avenida articula un eje turístico y es quizá la arteria más importante del distrito. Impone unos flujos que determinan aspectos visuales y de accesos, los cuales privilegian las esquinas del edificio a diferencia de la fachada aplomada sobre la propia avenida. Esto se puede entender de inmediato al juzgar las intenciones proyectuales de su arquitecto ‘Cartucho’ Miro Quesada, no solo por haber colocado un volumen vertical en ochavo que destaca sobre la esquina sino por la espacialidad que genera en su vestíbulo circular de ingreso debajo del mismo:  distribuye lateralmente a los espacios principales y sobre el eje de ingreso dispone la escalera principal que conecta con las oficinas donde los funcionarios sirven a los usuarios. No se necesita además de una mirada especialista, cualquier persona lo puede apreciar al momento que se aproxime al edificio, ya sea por sus veredas, ciclovía o por la pista, ya sea en auto o en transporte público.

El flujo peatonal que discurre en las veredas de la Av. Larco goza de fama y es lo que ha logrado mantener la energía y vigor sobre ese eje comercial. Es decir, el caminar -incluso de forma acelerada- en su sentido longitudinal es lo que ocupa buena parte de su sección. Los espacios de descanso y apertura visual en diagonal se encuentran en los cruces, en los momentos de espera en los semáforos, y en los espacios públicos adyacentes. Tal como ocurre con el edificio sobre sus esquinas: desde el frente sobre el parque Kennedy se tiene un buen espacio que sirve de explanada, con acceso al parqueo subterráneo, que privilegia su acceso frontal y principal; y desde atrás sobre la calle Diez Canseco se tiene un retiro acompañado de un pequeño jardín adyacente, agradable para el recibo de un aforo eventual a la salida del recinto municipal a través de su acceso posterior. Son lugares frescos de respiro ante el flujo acelerado de la vida que discurre por sus veredas. Por tanto, el edificio se aprecia y se accede mejor desde sus esquinas.

Foto: Vhal del Solar.

En cuanto al flujo vehicular, que en este tramo se encuentra bastante ordenado a nivel del servicio público de transporte, es de un solo sentido. Esto privilegia de forma inversa el acceso posterior secundario del edificio sobre la esquina de Diez Canseco. La ciclovía entre la vereda y la pista, si bien tiene un valor para efectos de movilidad sostenible, en cuanto al edificio, solo aumenta la percepción de velocidad en sus flujos en ambos sentidos.

Es por ello que el discreto acceso lateral, a mitad de cuadra sobre la Av. Larco, ha sido siempre uno de uso para el personal, al conectar con la escalera secundaria y el ascensor, o típico de salida al transitar por el edificio. Bajo ningún criterio razonable debería convertirse en su acceso principal, ya sea para la oferta cultural que se desea instalar, como para los otros usos que se puedan dar en el resto de niveles. El espacio principal no debe verse atravesado por flujos que responden a intenciones de uso cotidiano y burocrático.

Si se desea convertir el primer nivel en un gran espacio cultural que aglutine a nuestra comunidad, se debe hacer correctamente, entendiendo la relación del edificio con la ciudad, así como también las intenciones proyectuales de su creador y de los especialistas para los fines que se deseen implementar. El acceso lateral no se percibe adecuadamente, pasa inadvertido para el transeúnte y lo que queda finalmente es la imagen de un gran recinto cerrado al público.

Foto: Vhal del Solar.