A sus logros como poeta y cuentista, además de la relevancia de su
fructífera labor como editor y gestor cultural, César Panduro Astorga (Ica,
1980), ha venido sumando los de un talentoso novelista (Una rosa junto a mi
pie, 2012, y Vidas de barro, 2017) que recientemente madura artísticamente
en una obra de formato mayor, compleja y polifónica: Morir el cielo (El Conde
Plebeyo editores, 318 pp.). Un notable microcosmos de su ciudad natal que
ahonda en cuestiones sociales, políticas, delictivas, psicológicas y culturales.
Ambientada en la década de los 90, comienza enfocando a cuatro
personajes que habitan la misma quinta. Movilizan los cuatro ejes de la
novela:
- Castilla, quien “se hizo policía para matar con permiso” (p. 16). En
conexión con él, se aborda el mundo de la delincuencia y la violencia
represiva, ya que estuvo en Pampahuasi donde casi lo linchan, siendo
salvado por el comandante Del Águila quien le ordena regresar a Ica y le
encarga infiltrarse en la universidad para detectar revoltosos y, sobre todo,
terroristas. En la universidad conocerá a Estela, a la que abandona
embarazada. - Un cura que ha perdido la fe. Instala la esfera de las creencias
religiosas: pastores evangélicos y, en especial, curanderos con poderes
psíquicos y rituales mágicos (“Ica es tierra de curanderos”, p. 118). - Chacaltana, un honesto profesor aprista. Conlleva la esfera de la
política y la reflexión sobre la identidad nacional. Ahí sobresalen dos
personajes nobles, con sensibilidad estética y deseos de un Perú mejor: el
profesor Ramírez (padre de Estela), admirador de Abraham Valdelomar, por
sus obras literarias y por su fervor cívico-patriótico; y el estudiante Rojas
(ama a Estela), un anarquista que apuesta por el poder contracultural de la
música: “el punk, el metal, el hardcore y el rock en general” (p. 230). - Una prostituta a quien su cliente Ernesto llama “Tamara”. Ernesto
está enamorado de Ana, enredada con un profesor casado. Tamara se
enamora sin esperanzas de Ernesto.
En fin, un sustancioso microcosmos de la sociedad y, a la vez, de las
tendencias de la narrativa actual: la violencia política, el thriller de asesinatos
en serie, el realismo maravilloso, el melodrama, la opción contracultural y el
relato de aprendizaje.