Tras el éxito de crítica de “Yana-Wara” (2024), llega a cartelera comercial esta película dirigida por Tito Catacora y escrita por el desaparecido Óscar Catacora, tras su estreno, el año pasado, en el Festival de Cine de Lima. Hablada en español, quechua y aymara, “Los indomables, la leyenda del último inca”, nos remite a las sublevaciones de Túpac Amaru II, Túpac Katari y Pedro Vilca Apaza, al ubicarnos hacia fines del siglo XVIII, para narrar la gesta de Sapa Inca (Edwin Riva) quien, junto a su esposa Gragoria (Maribet Berrocal), lidera el levantamiento indígena en el sur del país frente al poder colonial.
Un arranque formidable, de copiosa lluvia y claroscuros de vocación expresionista, es el punto de partida para una cinta que, pese a su carga histórica, no cae en los vicios del cine académico o de qualité —más preocupado, incluso cuando se trata de producciones con limitaciones presupuestarias como es este caso, a valerse del vestuario y/o torpes reconstrucciones de época—. Por el contrario, “Los indomables, la leyenda del último inca” se desmarca de cualquier convención frívola, para concentrarse en visitar el pasado, pero a través de la historia de violencia de ambos bandos. Y lo hace, en muchos momentos, acercándose al cine de Sergio Leone en el uso de recurrentes primeros planos y planos detalle, así como de una crueldad siempre presente, aunque mostrada con una impronta que la emparenta con el gore.
Y es importante subrayar la crueldad en esta cinta, porque es esa la vara con la que se mide a quienes aparecen en ella, más allá de los ideales nobles o viles que puedan perseguir. Así, las víctimas del sometimiento español también se convierten en verdugos; como aquellos que se servían del sistema de abuso, cruzan hacia la orilla de la humillación. Una suerte de equilibro o justicia en la que no existen miramientos alrededor del género o fe de los personajes, lo que, sumado a la violencia gráfica que muestra, reviste a este título de Catacora de una incorrección inusual en el cine nacional.
Por otro lado, la película muestra deficiencias cuando su director necesita explicar las situaciones o las motivaciones de sus protagonistas, a través del inserto y lectura de textos de parte de una muy radial voz en off. Un recurso que, en vez de involucrar en un nivel emotivo al espectador, lo distancia de las imágenes y termina por ser agotador.
No obstante, y como hemos señalado líneas arriba, son más los aciertos en “Los indomables, la leyenda del último inca”. Una película que exuda atrevimiento y libertad en su manera de repasar sucesos que aún resultan dolorosos, y que no dejará indiferente a quien la vea. Porque el arte también debe incomodar.