Los Argonautas

Por Rubén Quiroz Ávila | Ísola y Casafranca tejen magistralmente la historia de una amistad profunda y el legado que perdura más allá de la vida.

por marcerosalescordova@gmail.com
Los Argonautas

Vemos en escena a dos magníficos actores (Alberto Isola y Augusto Casafranca) que, aunque proceden de escuelas actorales distintas, plantean un desarrollo escénico con sabiduría complementaria y la melancolía de los adioses inminentes. Las largas trayectorias de ambos en las tablas y, cada uno, con diferentes y maravillosos procesos, son un desafío imperdible por los niveles dramáticos que, juntos, despliegan. Es que la fuerza actoral individual puede aplastar a la del otro, sin embargo, este dúo de maestros del teatro peruano contiene su descomunal pasado para, con respeto, ensamblar un diálogo que, por muchos momentos, brilla y acepta con honor la maestría de su par.

Por ello, la historia narrada tiene encuentros esplendentes con actores que, incluso desde su propia tradición familiar migrante y los antecedentes culturales que implican, vuelcan a favor de la verosimilitud. El guion exige entrega mutua y estos intérpretes lo resuelven magníficamente. Llevan bien a los personajes, que, a punto de terminar su estancia terrenal, como un acto de hermandad hasta el final, fijan la manera de cómo quieren ser enterrados y, esperanzadoramente, de cómo quieren ser recordados. Para ello, parlamentos espléndidos que son también fragmentos de historia peruana, van mostrando sus orígenes amicales y la complejidad de las raíces de las cuales provienen. Una amistad intercultural y que va más allá de las clases sociales, que ha sobrevivido a las propias taras de segregación a usanza.

Así, esta puesta es un canto a la amistad que ha resistido los siempre complicados embates de su propia disímil naturaleza, y se presta a extender su recíproca filiación hasta el final de todo. Incluso, los nichos que construyen con sus propias manos, son un resumen de sus propios universos vitales que buscan una forma de permanencia y no se resignan pasivamente al final. Comprenden la proximidad de la muerte y se preparan para ello con dignidad, decoro y gracia cómplice. De ese modo, el ritual del adiós definitivo, de la ceremonia de despedida, de su cercanía inexcusable, puede planificarse con la calma de quienes han construido una manera de afecto de dimensiones extraordinarias. El reposo absoluto es cercano y estos amigos optan por celebrarlo con el sosiego de haber vivido lo necesario. Y en esa construcción de la quietud conjunta, deciden ser enterrados uno al lado del otro, contiguos, como si hubiera conversaciones futuras posibles. Es de ese modo que ansían conservar el vínculo simbólicamente como un mensaje perennizado de afecto.

Estos argonautas, como aquellos seres mitológicos griegos, han tenido una vida abundante en aventuras, atiborrados de gozo biográfico, en un viaje esplendoroso, en buena compañía, que el poeta Cavafis cantaba como una meta asombrosa e inolvidable en sí misma.

Ficha técnica

Dirección y dramaturgia: Rodrigo Benza Guerra

Actúan: Alberto Isola y Augusto Casafranca

Lugar: Teatro Centro Cultural PUCP (Av. Camino Real 1075. San Isidro)

Jueves, viernes, sábado y lunes:  8:00 p.m. y domingos: 7:00 p.m.

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