La Tendencia

Por Cristina Dreifuss | Reducir la arquitectura a una "tendencia" es trivializar su propósito y promover la obsolescencia.

por marcerosalescordova@gmail.com
Dreifuss

Me preocupa la palabra “tendencia” cuando es usada en arquitectura. ¿Por qué? En primer lugar, porque las tendencias son por naturaleza pasajeras. La arquitectura tiene un impacto duradero en el entorno construido y en la vida de las personas. Enfocar la arquitectura como una mera tendencia puede llevar a soluciones de diseño insustanciales o superficiales que no perduren en el tiempo. Un ejemplo de esto son los edificios “antiguos” que son disfrazados con un muro de cristal reflejante o algún enchapado similar, como la Iglesia Adventista de la Av. Comandante Espinar. Lo que fue una muy buena fachada de ladrillo expuesto es ahora una máscara que, estoy segura, está motivada por una “tendencia”.

Lo segundo es que las tendencias a menudo se basan en modas o estilos visuales sin un trasfondo sólido. La buena arquitectura debería responder a necesidades funcionales, contextuales y culturales de manera fundamentada, tomando en cuenta factores como la sostenibilidad, la accesibilidad, la eficiencia energética y la integración con el entorno. La “tendencia” de los muros vegetales, en donde plantas se incorporan a las fachadas, parte de una buena idea. La repetición sin trasfondo nos ha dado edificios con plantas de plástico en sus muros, que luego de acumular polvo durante un par de semanas logran
un efecto aún peor que si no se hubieran colocado.

Finalmente, nos lleva a concebir los edificios como simples objetos de tendencia, lo que lleva al riesgo de que queden desfasados rápidamente. Esto implica desperdicio de recursos y la necesidad de renovaciones costosas que podrían evitarse con un diseño más atemporal y duradero.

El concepto de tendencia trivializa la arquitectura, que por naturaleza está concebida para durar en el tiempo y trascender generaciones. La puede reducir a modas superficiales y fomentar una mentalidad de consumismo y obsolescencia programada en la industria de la construcción, lo cual va en contra de los principios de sostenibilidad y responsabilidad ambiental que deben guiar el diseño en la actualidad. Los edificios deberían pensarse para durar y adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad, en lugar de ser reemplazados constantemente por nuevas “tendencias”.

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