La temperatura de la luz

Por Cristina Dreifuss | El factor lumínico en los espacios públicos puede influir considerablemente en nuestros estados de ánimo.

por marcerosalescordova@gmail.com
La temperatura de la luz

Recientemente se ha cambiado el color de la luz en la berma central de Pardo. Esas lámparas esféricas que solían emitir una luz cálida, amarilla, ahora son blancas. El efecto en el espacio público es desastroso y les explico por qué.

La luz eléctrica, más allá de su función básica de iluminación, ejerce una profunda influencia en nuestros estados de ánimo, ritmos circadianos y comportamiento social. 

La temperatura de color es una forma de medir la apariencia de la luz, y se expresa en Kelvin (K). Es un concepto que puede parecer contraintuitivo al principio porque las temperaturas “cálidas” (2000K-3000K) producen luz amarillenta/anaranjada y las temperaturas “frías” (5000K-6500K) producen luz azulada/blanquecina

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Las investigaciones demuestran que diferentes temperaturas de color afectan distintamente nuestro organismo. Las luces frías, blancas o azuladas, incrementan el estado de alerta y la productividad. En un espacio público esta característica resulta contraproducente, especialmente en la noche, porque nos coloca en estado de alerta y tensión y no nos permite disfrutar.

Las luces cálidas, que producen un tono más amarillento, promueven la relajación y reducen los niveles de estrés, facilitando interacciones sociales más positivas. Ante las luces cálidas, la reacción natural del ser humano es de permanecer en el lugar. Por otro lado, estas luces interfieren menos con la producción natural de melatonina, la hormona responsable del ciclo del sueño, contribuyendo a mantener saludables los ritmos circadianos de la población.

Desde una perspectiva de seguridad urbana, las luces cálidas proporcionan una iluminación más uniforme y generan menos deslumbramiento, mejorando la visibilidad real y la percepción de seguridad. También crean una atmósfera más acogedora que fomenta el uso del espacio público durante las horas nocturnas, contribuyendo a la vitalidad urbana. Un espacio usado es un espacio vigilado y, por lo tanto, más seguro.

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