Takumi y su hija, Hana, viven en el pequeño poblado de Mizubiki, a las afueras de Tokio. Su rutina apacible se ve alterada cuando una empresa capitalina anuncia la construcción de un glamping de lujo destinado a atraer a citadinos en busca de escapadas “naturales” sin renunciar al confort. Lo que parece un proyecto turístico más pronto revela su verdadero peso: la instalación amenazaría la fuente de agua que abastece no solo al pueblo, sino a varias comunidades río abajo.
Los representantes de la empresa —reconvertida gracias a los incentivos pospandemia del gobierno japonés, pese a su nula experiencia en turismo— chocan con la resistencia, la desconfianza y el desconcierto de los habitantes. En el centro de ese conflicto late la historia de Takumi, interpretado con una sobriedad magnética por Hitoshi Omika, cuyo vínculo con la tierra y con su hija enfrenta una fractura tan íntima como ecológica.
Hamaguchi, que obtuvo con esta cinta el Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia 2023 y el premio a Mejor Película en el BFI London Film Festival, despliega un relato de apariencia mínima pero de profundidad creciente. La música de Eiko Ishibashi, concebida como una respiración más del bosque, sostiene una atmósfera que oscila entre la contemplación y la inquietud. La fotografía de Yoshio Kitagawa captura un Japón rural en delicado equilibrio, siempre al borde de ser absorbido por intereses externos.
Por qué verla:
Este drama de ritmo pausado reflexiona sobre la relación entre el ser humano y su entorno desde una sensibilidad casi táctil. Su poética radica en el modo en que hamaguchi entrelaza tensiones ambientales, dinámicas sociales y emociones silenciosas mediante una puesta en escena precisa y una banda sonora que actúa como eco de lo que está por quebrarse. Una obra que invita a escuchar, observar y volver a pensar qué significa habitar un territorio.
La película se proyectará este sábado 29 de noviembre a las 11 a.m. en el Centro Cultural de la Católica (Av. Camino Real 1075, San Isidro)