Gerardo Chávez: “Mi arte muestra fascinación por la mujer, la mujer es belleza, su piel es una seda, no hay evento más revelador que un parto”

Por: Gabriel Ruiz Ortega | “Somos universales, pensemos en este virus que ha puesto a todos en el mismo nivel. Nací en Perú, pero mi obra es una visión del mundo, es híbrida”, dice el referencial artista cuando publicó sus memorias "Antes del olvido" (Alfaguara, 2022).
Chávez no tiene nada que reprocharle a la vida y recomienda viajar a los jóvenes artistas y que desarrollen un espíritu crítico y que vivan con intensidad (FOTO: JAVIER ZAPATA)

Nota publicada en CARETAS impreso, marzo 2022.

“Hay una gran necesidad en mí de expresarme en grandes espacios debido a mi estado anímico”, dice el reconocido pintor Gerardo Chávez. A sus 83 años “nunca he dejado de aprender, siempre me he sentido un aprendiz”. Chávez reconoce un par de sucesos que lo configuraron: la influencia de su hermano mayor Ángel y la muerte de su madre a los 5 años. “Admiraba mucho a mi hermano, en él vi la posibilidad de ser artista”, y sobre su madre indica que “a lo mejor pudo morir de cáncer, en esa época no se sabía qué era, y tras su muerte me fui a vivir a Paiján”. Para Chávez este es un “drama maravilloso porque fortaleció mi gusto por el arte, pero también lloraba mucho porque la extrañaba, y entre llantos y payasadas pasé mi infancia, yo me consideraba el dueño de todos los árboles frutales de Paiján”. Y añade: “La pasé mal con mi madrastra, que siempre tuvo amoríos con mi padre, un tremendo mujeriego con 21 hijos entre oficiales y oficiales naturales”.

En la obra de Chávez hay una fascinación que la recorre: la mujer. “La mujer es belleza, su piel es una seda, su parte femenina, sus senos que nos dan de mamar es para admirar, no hay evento más revelador que un parto”, enfatiza. Por ejemplo, una de sus muchas exposiciones tuvo lugar en París, el 29 de mayo de 1973, cuando literalmente la rompió en la Galería Gaubert, a la que asistieron Julio Cortázar, Julio Ramón Ribeyro, Manuel Scorza, Rodolfo Hinostroza, entre otros, que quedaron obnubilados por el erotismo que Chávez asocia “con el movimiento sensual del agua”.

En su taller en París con su otra pasión: la música. Circa 1976. (ARCHIVO CARETAS).

Chávez detalla que lo alejaron del Perú “los amoríos, era un loco en el amor, pero me fui más por el racismo de la capital, con 50 dólares que me dio mi hermana”. Chávez se considera un pintor del mundo. “Somos universales, pensemos en este virus que ha puesto a todos en el mismo nivel. Nací en Perú, pero mi obra es una visión del mundo, es híbrida”.

También recomienda viajar a los jóvenes. “Hay que salir del espacio reducido y no quedarnos en los códigos de los ancestros” y luego cuenta “que cuando vi en 1966 a Víctor Humareda en París, él ya era alguien mayor y lamentablemente no estuvo preparado para el mounstro de Europa, por eso se regresó”.

Los viajes y las largas estadías lo han llevado a decepcionarse de “la política que no se preocupa por los más pobres, hay que ver cómo este virus los mata. Yo estuve en Mayo del 68 y me dije no más, quería ser artista, mi política es la cultura”.